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Aunque Inversiones Dalport ya no es más que una pesadilla para el valencianismo , la empresa uruguaya, que antes de la ampliación de capital fue máxima accionista del Valencia, sigue dando que hablar. Ayer mismo, el diario Superdeporte publicó el contrato firmado entre Vicente Soriano y Víctor Vicente Bravo, que había sido revelado por Julio Insa en Tele 8. Lo más interesante de este documento es que Soriano y Bravo tenían acordado, como objetivo último, paralizar la ampliación de capital del Valencia. Esta evidencia queda refelejada por escrito en el documento firmado por ambos que ahora se ha conocido.

La ampliación dejaba, y dejó de hecho, la participación accionarial de los uruguayos, comprada por 200 millones de euros a Soriano, Silla y Soler, en un porcentaje paupérrimo que no les permitiría controlar el club de Mestalla. Sin embargo, la desconfianza entre las partes firmantes del contrato parece evidente, porque tanto comprador como vendedor se reservan la posibilidad de resolverlo unilateralmente si, uno, Dalport no avalaba los 200 millones antes del 31 de julio, o dos, Soriano no conseguía dejar sin efecto la ampliación de capital.

A la postre, ni lo uno ni lo otro se cumplió. Dalport, de hecho, envía una carta a Soriano apenas 25 días después de la firma del contrato. En ella, Bravo recuerda a Soriano que no ha conseguido parar la ampliación de capital, y le advierte que acudirá a ella con los 47 millones que le corresponden. ¿Bravata? Es evidente que sí, toda vez que finalmente no concurrió, de acuerdo con el objetivo del acuerdo firmado entre ambos, que era el de pararla.

La relación entre Dalport y Soriano ya se iba debilitando por entonces, si bien la contractual permanecía inalterable: los plazos seguían igual. Sin embargo, el primero de ellos, 20 millones que debían ser abonados el día 4 de octubre, ya no se cumplió. Seis días antes, la "extraña pareja" había dejado sin efecto el contrato firmado. Nada les salió bien.