?

Las bondades de la vida nocturna de Valencia y la celebridad que otorga ser futbolista e ídolo de masas, han constituido históricamente un cóctel fatal. Probablemente Miguel Brito será el penúltimo ejemplo en el prolífico elenco de episodios díscolos.

El primero en la lista es Guillermo Gorostiza, el extremo zurdo de la mítica "delantera eléctrica". Gorostiza pasó de ser conocido como "la bala roja", por su juego y velocidad, a "bala perdida" por su afición a las fiestas y el alcohol, los mismos vicios que años después afectaron a leyendas como Garrincha o Best. Cuentan las crónicas que llegó a presentarse en el vestuario, minutos antes de un partido, después de no haber apenas dormido la noche anterior, y aun así lograba ser uno de los futbolistas más destacados del choque. Su vida inspiró el documental "Juguetes rotos", de Manolo Summers. Se le tributaron partidos de homenaje para ayudarle, pero murió solo y arruinado en un sanatorio.

Extremo como Gorostiza era Vicente Seguí, dueño de la banda izquierda de Mestalla en los años 50. Genial en el campo y parrendero y derrochador fuera de él, tras trece temporadas en el Valencia había agotado todos sus ingresos. Acabó siendo un taxista al que reconocían los aficionados que volvían a casa tras los partidos: "¿Es usted Seguí?"...

Las noches del "Samy"

En el "salvaje y sentimental" Valencia de finales de los 70, el Lobo Diarte, arropado por Kempes, Johny Rep y compañía, comandaba las expediciones nocturnas en la extinta discoteca "Samy", al lado de la Plaza Redonda. Diarte, que también hizo sus pinitos como cantante y que tenía un elevado éxito entre las mujeres, cerró más de una vez el local.

Superado el trauma del descenso de 1986, los años 90 trajeron de nuevo a escena a futbolistas golfos. En ese aspecto, Lubo Penev fue todo un icono. Temperamental delantero, su volcánico carácter le acarreó muchas polémicas. En el verano del 92 se fugó del hotel de concentración de pretemporada para adentrarse en la fascinante noche holandesa. Era un habitual en varias discotecas valencianas y protagonizó algún episodio violento, como la pelea con Paco Roig, entonces presidente del Valencia, en 1996, cuando jugaba en el Atlético. La estela de Penev la recogió Romario, que ya venía con un sobrado currículo de hazañas nocturnas. En sus dos efímeras etapas en Mestalla, defendió su derecho a la fiesta con perlas como "la noche es mi amiga". Valdano, no así Aragonés y Ranieri, le toleró sus excesos, como saltarse el reglamento interno para ir a jugar a fútbol playa. La afición, embelesada por sus efectistas detalles, llegó a jalear el grito "Vete de fiesta, Romario vete de fiesta". De aquella "quinta" cabe destacar las salidas nocturnas del atacante Iñaki.

El caso de Adrian Ilie era diferente. Con un carácter seco y apático, con genialidades intermitentes en el terreno de juego, era un asiduo de los casinos y en el año 2000 se incorporó con retraso de la vuelta de las vacaciones navideñas argumentando que se había quedado en Rumanía por temor "a que se acabara el mundo" con la llegada del 2000.

En materia de indisciplina, Fernandes y Miguel no han tenido rival en los últimos años. La pelea en un local en enero de 2008 y que ocasionó la detención y procesamiento de Fernandes, es el episodio más destacado. De la actual plantilla, Ever Banega dio positivo en un control de alcoholemia en marzo de 2008, a los pocos meses de su llegada al club. En su favor hay que apuntar que en esta temporada se ha centrado y ha explotado las cualidades futbolísticas que atesora.