?A Alfredo di Stéfano le faltó televisión en color y la victoria en un Mundial para que su comparación con Pelé fuera en igualdad de condiciones. Lionel Messi tiene en su historial tres temporadas extraordinarias en el Barça, seis títulos conseguidos con el equipo y galardones individuales tales como Balón de Oro y Fifa Worl Player. Para superar a Diego Armando Maradona necesita triunfar en el próximo mundial surafricano. El jugador barcelonista parte con ventaja con respecto a los citados: sólo tiene veintidós años y el futuro es suyo.

Todos los grandes ases futbolísticos resultan incomparables salvo que pertenezcan a la misma generación. Cada época ha tenido estilos diferentes y de ahí que las cualidades de los futbolistas, vistas con ojos actuales, no siempre resulten comparables.

A Messi, inevitablemente, por su origen argentino, se le equipara inmediatamente a Maradona. En Argentina hay cierta tendencia a adorar viejos ídolos como demuestran los casos de Juan Domingo Perón, Evita y el peronismo. Diego no ganó el Mundial de los milicos porque Menotti no se atrevió a contar con él por su juventud. Diego surgió esplendorosamente de un mundo angustiado, de miles de desaparecidos, que necesitaba encontrar un mito balsámico.

El apodado "Pelusa" fue un jugador extraordinario y lo fue más cuando en el Mundial de México, en el 86, le marcó el famoso gol a Inglaterra con "la mano de Dios" y otro con el pie del diablo. Se convirtió en el vengador de la Guerra de las Malvinas.

Los escritores argentinos más futboleros, como Oswaldo Soriano, autor de "No habrá más penas ni olvido" pontificó sobre Dieguito hasta el punto de afirmar que era mejor que su ídolo sanlorencista Sanfilipo.

Maradona hizo campeón al Nápoles con lo que se anotó una nueva reivindicación: la existencia del sur. En el Mundial italiano, en el 90, casi el solo llevó a la selección a la final. Aquél equipo fue el peor de la historia en los mundiales. Entre Maradona y Goycochea, guardameta que paraba los penaltis, se alcanzó el subcampeonato.

Messi necesita convencer a los argentinos. Es justamente allí donde no triunfa. Y acabará por hacerlo porque su calidad está fuera de dudas.

Maradona marcó aquel gol en el que se fue de medio equipo inglés y Messi hizo lo propio en España, en Copa, con una arrancada ante el Getafe, que recordó la de Ronaldo contra el Compostela.

Los dos argentinos tienen condiciones similares. Ambos son maestros en el control del balón por difícil que les llegue. La pelota actual es más difícil de controlar porque su vuelo no suele ser regular, no sigue rectos caminos. Ello da ventaja a quienes como Messi saben imprimirle efectos diabólicos que conturban a los porteros.

Messi tal vez lleva el esférico más pegado a la bota que el propio Maradona. El barcelonista la esconde entre la maraña de piernas que le salen al paso y la conserva hasta encontrar la posición de disparo. Hasta el momento presente, Messi ha demostrado poseer la cabeza mejor amueblada de cuantos astros le han precedido. Entre sus grandes virtudes está la sencillez en el trato y por ello los compañeros le tienen gran estima. Juega mejor que nadie, marca más goles y decide los partidos y, sin embargo, no saca pecho. No pide alabanzas de los compañeros, algo que siempre necesitaba Eto'o. El regate de Messi es distinto a los que he visto. Wilkes, el mejor regateador que han pisado los campos españoles, rompía la cintura de los contrarios y Messi les enreda las piernas. George Best, cabeza de reacciones inciertas, era irregular. Romario cifraba todos sus recursos dentro del área. Di Stéfano era más completo, pero no tenia la capacidad de eslalon de Messi frente a las pobladas defensas.

Messi juega hoy contra equipos de superior clase a los que se enfrentaron Pelé, Di Stéfano, Kubala o Cruyff. La preparación física, la alimentación y la mayor comodidad en los viajes son ventajas de los profesionales actuales. Las tácticas conservadoras que implantan los entrenadores cuando enfrente hay un jugador como Messi, obligan a mayor improvisación, más cambios de posición y fortaleza de ánimo para soportar las tarascadas de los modernos mangriñanes.

En el fútbol actual sorprende que ante le mejora física general quienes tienen mayores aprecios son jugadores de poca talla. Messi no tiene el cuerpo tan robusto como los grandes ases que le han precedido y, sin embargo, no es fácil derribarle. Posee la virtud de pisar como los pajarillos, sin descansar todo el peso sobre las piernas. Por ello también será más difícil que sufra graves lesiones por fuertes contactos.

Los jugadores históricos se han distinguido por su capacidad goleadora. Messi, en este aspecto, no está por detrás de Di Stéfano, Pelé o Maradona. Las tripletas de goles las consigue tanto en torneos internacionales como nacionales. Messi no es rematador al estilo tradicional. No está a la espera del pase del compañero porque en la mayoría de las ocasiones crea la jugada, busca la oportunidad para el disparo y es capaz de hacerlo con ambas piernas, condición que no han poseído todos los zurdos. Messi juega al contrario que los grandes zocatos porque en muchas ocasiones parte desde la derecha.

Una de las zurdas más prodigiosas de la historia fue la de Ferenc Puskas. De él dijo Di Stéfano, tras el primer entrenamiento en el Bernabéu el elogio de la excelencia. "Toca al balón con la zurda mejor que yo con la mano". Messi no tiene tanta potencia como el coronel Puskas, pero también es modelo de precisión cuando busca los ángulos de la portería.

El Santos glorioso, tuvo gran dependencia de Pelé. El Madrid, de Di Stéfano y el Nápoles de Maradona. El Barça actual la disfruta de Messi. Con Xavi e Iniesta en el equipo es él quien toma la decisión final, quien toma la responsabilidad para ganar el partido.

Inevitablemente, desde Madrid se afirmará que el mejor del mundo es Cristiano Ronaldo. En éste está la ventaja de que tiene muchos que le escriban. En mi opinión, es distinto, pero no mejor. Maradona no fue tan decisivo en el Barcelona y menos en el Sevilla. El Barcelona tiene gran equipo, grandes jugadores en todas las líneas, pero único en su especie: Messi.