El Levante UD dio ayer un paso de gigante hacia la Liga BBVA. A falta de tres jornadas para el final, ya toca con los dedos el ascenso gracias a su elaborada victoria ante el el Rayo, que se fue de Orriols con el rabo entre las piernas. El conjunto azulgrana suma cuatro puntos sobre sus perseguidores —sólo el Elche cedió— y sólo un descalabro puede apartarlo del sueño, ahora ya casi realidad. Los quince mil espectadores terminaron haciendo la ola, frotándose los ojos ante una nueva heróica victoria de su equipo, que terminó el partido con dos futbolistas menos, pero con el ánimo intacto. Consciente de que ya nada le puede parar.

El Levante UD compareció en el campo con la exigencia de ganar el partido, vistos los triunfos del Cartagena, Betis y Real. El Rayo lo hizo consciente, también, de que una victoria le alejaría de la amenaza del descenso. Alicientes de sobra para la grada, que ayer registró su mejor imagen de la temporada y confirmó lo que se sabe desde hace unas semanas: Que el levantinismo no ha perdido confesos en los últimos años. Han estado ahí, latentes, esperando ilsuiones renovadas.

Alentado por la grada, y con Juanlu finalmente en el campo, el Levante UD encaró el choque con sus lineas bien cosidas, especialmente cuajado en la linea defensiva. El Rayo, con un grupo diseñado para estar más arriba, decidió buscar la pelota. Conducido por Movilla, tiene capacidad para jugar bien al fútbol. A la propuesta de buscar la posesión, respondió el conjunto de García Plaza con su receta habitual: Buscar a Rubén en la divisoria y salir zumbando hacia el área contraria. Así llegaron dos ocasiones claras: Una de Juanlu, anulada por un defensa cuando iba a chutar, y otra de Javi Guerra, que se volvió loco buscando huecos en la defensa rayista.

El Rayo siguió a lo suyo, que era buscar más la pelota y confiar en la habilidad de sus extremos, el ex levantinista Jofre y Susaeta. Pero su trabajo de elaboración fue infructuoso. No llegó a entrar con peligro en el área de Reina, al que dio un susto monumental, eso sí, con un disparo lejano al larguero de Coke.

El Levante UD no se dejó llevar en ningún momento. Su único pecado, en la primera media hora, fue no mantener el pulso tranquilo para armar mejor sus jugadas de ataque. Incluso cuando Juanlu encontró espacio en su banda o Javi Guerra ganó espacio para el remate.

Pero el Levante UD es un equipo enchufado, acostumbrado a progresar en cada partido. Es el mejor equipo de Segunda en 2010, un dato aplastante, que nada ni nadie pueden discutir. Con la aparición de Pallardó en la construcción del juego, el Levante UD dio un paso adelante cuando el partido lo requería. Tardó, entonces, unos minutos en marcar: Rubén recogió un rechace en el balcón del área y fusiló al portero, ante la locura general. El 21 del Levante UD es la estrella del equipo: Solidario, ofrece al equipo posición, trabajo, desborde y tiene la red entre ceja y ceja. El tanto, al borde del descanso, fue casi decisivo.

Con ventaja en el marcador, el Levante UD saltó más ligero al césped en la segunda parte. Como en los mejores tiempos del club, Orriols apretaba. Llegó entonces el segundo gol, obra de Cendrós, que remató de cabeza un córner cuando el Rayo aún no había tomado la posición. Fueron momentos de alegría en el Ciutat de València, con la grada frotándose las manos, haciendo cuentas para fijar el día del regreso a Primera.

Pero el fútbol no concede descanso al Levante UD. Sin tiempo para festejar la ocasión, la expulsión de Robusté dejó al equipo con diez. García Plaza retiró a Rubén y dio entrada a Héctor Rodas para cerrar filas.

El Rayo apretó durante un buen rato, momento en que la extraordinaria firmeza de los centrales, inmensos Ballesteros y Héctor Rodas, y del portero Reina, mantuvieron al Levante UD firme sobre el campo, como si nada le pudiera hacer perder el partido. El meta protagonizó dos paradas magistrales, las dos a bocajarro, cuando el Rayo ya cantaba el gol. El Levante UD no renunció al gol y Juanlu estuvo muy cerca de conseguirlo. Cuando la grada ya celebraba el triunfo, el árbitro expulsó a Xisco Nadal. Después, todavía pitó un penalti al Rayo, que acortó distancias. Y ahí se acabó. La semana que viene espera Irún, donde casi puede certificar el ascenso.