En una de estas epístolas dominicales, aplicaba al Valencia CF de la etapa de Juan Soler, las teorías de Jarel Diamond, en su libro «Colapso». Según este autor americano, las sociedades son responsables de su futuro por encima de los cambios medioambientales y las agresiones externas. Son sus propias decisiones estratégicas las que las hacen desaparecer o sobrevivir.

Así, el Levante UD, acaba de tomar una decisión estratégica que puede garantizar su futuro, cuando hace apenas dos años parecía que el barco se hundía irremediablemente. Y no lo es tanto por haber firmado un protocolo de intenciones con el Ayuntamiento de Valencia para la recalificación del viejo campo, porque no tenía otra alternativa, sino el anuncio hecho por su presidente, Quico Catalán, de las actuaciones que llevarán a cabo como consecuencia de la recalificación. Nada de volverse loco, empezar a gastar en fichajes el dinero que todavía no tiene y otras historias similares, con la excusa de que sube a Primera División. Al contrario, con los pies en el suelo y con la experiencia de lo que le ha pasado al vecino, aplicará el principio de prudencia a esa supuesta venta de terreno. De ese plan de acción expuesto por Catalán, destacaría dos cuestiones, que se me antojan claves, para que el Levante se estabilice y desparezcan las incertidumbres que acechan siempre a los equipos ascensores.

Por un lado, la postura de no comenzar la construcción de un nuevo campo mientras no esté vendido el actual, es una sabia decisión que evitará situaciones como las que está viviendo el Valencia. Aparejado a ello, está su declaración de que no le importaría irse a jugar a un campo prestado" (Mestalla o El Madrigal). Si se planifica bien, esa mudanza puede ser mínima, porque tras la venta y un pacto con los compradores, podría iniciar las obras, sin abandonar el campo actual por un corto periodo y completar el tiempo necesario entre el final de una temporada y el comienzo de la otra. El estadio que pretende puede estar acabado en 18 ó 20 meses.

Por otro lado, construir una instalación de sólo 15.000 localidades, también, es muy acertado. Algunos pensarán que el Ciutat de Valencia tiene una capacidad de 25.000 espectadores, pero no se llena nunca y ni siquiera en Primera, salvo alguna contada ocasión, subía de esos 15.000 espectadores. Irse a un campo más pequeño ya lo ha hecho el Español esta temporada. Se fue del Olímpico de Monjtüic a Cornellá, de 55.000 espectadores, que jamás llenó, a 35.000. Hay mucho menos cemento a la vista, y conlleva menores costes de mantenimiento. Permite, además, mejorar los equipamientos ofreciendo unas condiciones más idóneas a los espectadores y tener las oficinas y otros servicios para los socios en el propio recinto. Lo que se ahorra en graderío, se invierte en calidad.

Para mi, el mejor ejemplo lo constituye el estadio donde juega el Almería, el de los Juegos Mediterráneos, pero sin pista de atletismo, que allí era obligada, y aquí no es necesaria. Ese recinto tiene 15.000 espectadores en grada fija y se puede llegar hasta 25.000 con grada móvil, otra buena solución técnica para el Levante. Costó 22 millones de euros, con la pista de atletismo, y con una instalación anexa con otro campo completo, otra pista de atletismo y un pequeño graderío, que aquí tampoco se precisaría. El estadio principal cuenta con una cubierta que acoge la totalidad de los asientos, de modo que los espectadores no se mojan si llueve. Su «panza» se preparó adecuadamente para la celebración de los Juegos en 2005, con oficinas, amplia sala de prensa, sala de conferencias con cabinas de traducción simultánea, sala Vips, cabinas para radios y televisiones, zona para la cámara máster de televisión, y otras buenas instalaciones, pequeñas, pero extraordinarias.

Así que se puede construir un buen estadio sin que resulte caro, si se huye de las grandilocuencias y megalomanías al uso. La tendencia actual no es hacer estadios con gran capacidad, sino estadios cómodos que atraigan al público, que acude cada vez menos ante la dura competencia televisiva. Por ello, si el Levante va por ese camino, entre la quita del concurso de acreedores, la venta del campo, y la construcción razonable (sostenible, como se dice ahora), puede eliminar la deuda.

Faltará que luego no caiga en los reiterados errores del pasado: gastar más de lo que ingresa, ese vicio de muchos clubes, empezando por el despilfarrador Real Madrid", a quien sólo la contratación de Mourinho le ha salido por 12 o 16 millones de euros, según a quien creamos, en indemnizaciones, aparte del el sueldo de 12 kilos. Y, por cierto, vaya guasa la de un amigo italiano que ha sido capaz de enviarme un e-mail agradeciéndome, como español, que nos lleváramos al Special one. Obviamente, mi amigo es romano. No sé lo qué dirán en el Inter.