Un espectáculo colorista y multitudinario, trufado de referencias a la cultura y el folklore africano, ha presidido la ceremonia de apertura del Mundial de Sudáfrica, celebrada en el estadio Soccer City de Johannesburgo, con miles de personas en las gradas. La ceremonia rememoró también el origen de la especie humana, que tuvo lugar precisamente en el continente africano. En la ceremonia no estuvo, finalmente, Nelson Mandela.

Sobrevolaron el estadio tres cazas del Ejército y cinco aviones de hélice en acrobáticos tirabuzones, pasando tan cerca del estadio que a su estela flamearon las banderas de los hinchas, a la espera de contemplar algo más de media hora de agradable espectáculo envuelto en incontables decibelios.

A una lona gigante que cubría todo el rectángulo de juego accedieron entonces docenas de figurantes vestidos con trajes tradicionales, un escarabajo pelotero gigante y el mapa del continente negro, elaborado con telas típicas y sobre el que fueron apareciendo huellas humanas que se encaminaron hacia el norte, como así hizo el ser humano al inicio de los tiempos.

Justo en el círculo central del que echará a rodar el balón del Mundial apareció de repente una réplica de un bol típicamente sudafricano o de una calabaza, o lo que es lo mismo, un réplica del estadio Soccer City, con sus mismos colores terrosos e idénticos agujeros en su estructura exterior.

Dicho quedaba que el Mundial se disputa en África y, más concretamente, en Sudáfrica y en el Soccer City, así que llegó el momento de los protagonistas: las 32 selecciones que jugarán por alzar la Copa del Mundo.

Apareció en el centro del estadio un nutrido grupo de figurantes vestidos de blanco, que alineados al modo de las tropas del ejército romano, fueron mostrando y ocultando unas pelotas naranjas y componiendo así los nombres en inglés de los 32 países participantes. El último, Sudáfrica, sirvió para que la grada estallase de júbilo.

De nuevo sobrevolaron los aviones el Soccer City, se fueron los figurantes, entraron los operarios, desapareció la lona, relució el verde del césped y se encendieron los aspersores: a partir de ahora, el protagonismo todo es para el fútbol.