Mucho se ha discutido sobre la honradez del Presidente Camps a raíz de la decisión del Tribunal Supremo de reabrir el caso de «los regalos de los trajes» y del traslado de parte del sumario del TSJ de Madrid al de Valencia. El propio Camps ya afirmó que todo eso no era cierto y que «él era honrado». Y lo ha dicho tantas veces, directamente o a través de otros de sus correligionarios, que me vino a la memoria aquella canción de la película «El violinista en el tejado», «Si yo fuera rico», tonadilla que se repetía hasta la saciedad y que versaba sobre lo que haría en caso de serlo. Podía pedir lo que quisiera, porque al anteponer siempre esa frase, todo se podía quedar en un sueño.

No se trata de ser o no honrado, de que uno se haya llevado o no los dineros, que estoy convencido de que eso no lo piensa nadie, sino de la gobernanza, del buen gobierno. De gestionar adecuadamente los dineros que proceden de los impuestos de todos nosotros y hacerlo además con publicidad y transparencia. Y, ahí, queridos amigos, la cosa no está nada clara, pues sin ir más lejos está misma semana el PSPV, a través de su representante en Les Corts, Frances Signes pedía «luz y taquígrafos a todo euro que se invirtiera en la Fórmula 1». La excusa de la Generalitat siempre es que el contrato con Ecclestone no les permite hacer público su contenido. ¿Es de buen gobierno que haya un contrato secreto pagado con dinero público?. Uno puede ser honrado, pero dilapidar mucho dinero en algo cuya rentabilidad es dudosa en las condiciones que se celebra (canon elevado, inversión en un circuito callejero mientras tienes uno a 30 km., costes elevados de montaje), por mucho que algunas personas como una diputada del PP, Verónica Marco, se empeñe en decir la tonadilla de que «generan empleo y riqueza..», ¿dónde que no me he enterado?, ¿qué aquí no estamos en crisis gracias a la F1?. ¿No podríamos saber cuánto cuesta de verdad, cuales son los ingresos, los gastos, donde están esos puestos de trabajo…?. ¡Ay!, si al menos callaran harían menos el ridículo.

Uno puede ser honrado, pero si el dinero público del deporte se va sólo a algunos amigos (ya ni los cito) para que sigan con su tinglado, mientras el deporte de base, las federaciones y la mayoría de los clubes están en la miseria y además, se lo doy cómo quiero y porque quiero, no cumplo con las normas de buen gobierno. Algunos de esos amigos del Presidente tienen aportaciones económicas desde rincones varios de la administración autonómica y sus empresas públicas de manera que es difícil seguirles el rastro, porque van desde la Sociedad del Motor, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Canal 9, la Agencia Valenciana de Turismo o esa empresa de presidencia de nombre larguísimo, que con la excusa de promocionar la Comunidad, da dinerito a eventos deportivos, sin que siquiera (creo yo) lo sepan los que ¿gestionan? el deporte, ahí donde el Consell de l´Esport, como regatas de vela o torneos de ajedrez.

Uno puede ser honrado, pero si a unos le obligo a presentar mil y un papel, como me comentaba el otro día un Presidente de Federación, para darles cuatro euros y a otros ni les exijo justificar en qué se lo han gastado, no estoy siendo muy justo que digamos.

Uno puede ser honrado, pero si su institución avala un préstamo de 74 millones, más o menos, para una compra de acciones de un club privado (el Valencia c.f.,) a través la propia Fundación de ese club, mientras se paga a los proveedores con mucho retraso y a las federaciones deportivas tarde, mal y casi nunca, la cosa es cuanto menos discriminatoria, porque no se ha hecho lo mismo con otros muchos clubes necesitados y a los que también había que salvar. Ese aval es, cuanto menos dudoso, estética y éticamente (no me meto en si, además, es legal), y si la buena acción era para salvar al Valencia se podía hacer de otras maneras, por ejemplo dejando de mal intervenir en el club desde los tiempos en que echaron a Paco Roig y pusieron a Soler, el causante de la debacle que nos puede costar muchos dineros.

Por cierto, y al hilo de la cuestión, se supone que también avalaron al señor Fernando Gómez, al que ahora Llorente acaba de echar y él se ha ido con declaraciones explosivas y diciendo lo bueno que era. Pero en el argumentario de Fernando falla una cosa elemental: cuáles fueron sus méritos para entrar y cobrar ese «pequeña cantidad» de casi 500.000 euros. ¿Qué curriculum como gestor atesoraba?. ¿Cuántas acciones del club tenía para estar en el Consejo de Administración y ser Vicepresidente?. Ni había demostrado antes ser un buen gestor, ni ahora puede quejarse de que lo echen. Venía de ser Director General de Deportes de la Generalitat, donde pasó desapercibido el poco tiempo que estuvo, y antes poquita cosa en clubes de segunda B. A lo mejor la buena gobernanza de Llorente ha sido echarlo y ahorrarse medio kilo. A ver si otros que dicen ser honrados toman ejemplo y echan a algunos de las/os inútiles que dirigen el deporte valenciano para tener la esperanza de mejorar su gestión.