E

l portero es el ser más inocente de los mundiales de fútbol. Es a quien más rápidamente se condena, y a veces sin pruebas, con el agravante de que la sentencia es cadena perpetua. No tiene indultos. En Suráfrica ya tenemos cabeza del Bautista que ofrecer a las Salomés mediáticas de todo el mundo. Robert Green a quien ya habían bautizado en Inglaterra como "Calamity" Green ya se ha hecho lugar en la historia de los campeonatos. Le marcaron el gol que le humillará para siempre. El argelino Chaouchi cometió un error de similar, pero la trascendencia de su selección no es igual a la inglesa.

Cada Mundial suele tener la imagen de un guardameta obligado a pedir perdón. Su error y más ahora que la televisión en color llega a todo el mundo queda grabado para la eternidad. Los grandes cancerberos de antaño a quienes se adjudicaron grandes errores, pese a la ausencia de la tele no han podido olvidar lo sucedido.

El inglés Green, quien hizo honor a su apellido, inexperto, novato, verde, fue titular después de larga campaña en la que se puso en duda la alineación de cualquiera de los guardametas de los equipos de la elite. La inseguridad que ofrecieron todos sus colegas llevó a plantear la posibilidad de nacionalizar al español Almunia lo que se desechó por orgullo nacional.

En 1950, en Río, en Maracaná, Uruguay derrotó a Brasil, la gran favorita, a la que bastaba el empate para ser campeona y el mérito no se cargó en Ghiggia y Schiaffino, los goleadores uruguayos, sino en los deméritos de Barbosa, portero brasileño. Éste vagó toda la noche después del partido y estuvo a punto de suicidarse. No ha habido ocasión en que no se le haya recordado como el causante del "Maracanazo".

Allí, también contra Uruguay, Ramallets, no detuvo el disparo lejano de Obdulio Varela. Tuvo suerte y apenas se le recordó. Se excusó en el barro.

En España aún se saca a colación el gol que Platini le marcó a Arconada en la final europea. El guardameta de la Real posibilitó que España derrotara a Dinamarca y Alemania y llegara a la final, pero ello parece que no consta. El gol fue un libre directo de Platini. Se decía, cuatro años antes, que Francia salía a jugar con un gol de ventaja: el que marcaría Platini de libre directo. Arconada estuvo a punto de atajar el balón. Llegó donde otro no lo habría hecho, pero la diezmilésima de segundo tardía posibilitó que le balón le pasara por debajo de la cintura. No fue un error en el sentido estricto, pero así se hizo constar. Y muchos lo hicieron por algo más que sentido periodístico. Fue el 27 de junio de 1984. El otro tanto del 2-0 lo marcó Bellone.

En la historia de los mayores errores está el autogol de Miguel Reina, padre del actual internacional. Se lo marcó desde fuera del área, récord mundial, en Ámsterdam, en partido amistoso con Holanda. Entonces, los defensas solían sacar de puerta hacia fuera del área a donde corría el cancerbero para tocar el balón con el pie, meterlo en el área y cogerlo con las manos. Sacó el central zaragocista Violeta y Reina, en lugar de hacer lo habitual, decidió devolverle la pelota y el defensa, quien ya había caminado hacia fuera del área, vio como pasaba por detrás la pelota y llegaba a la red. Reina, en la segunda parte, fue sustituido por García Remón. Fue el 2 de mayo de 1973. Rep, después jugador valencianista, hizo el primer tanto. Israel se anotó el tercero holandés y Valdez, jugador del Valencia, los dos españoles.

En España, en Segunda B, se marcó en propia meta el portero del Andorra, Arévalo. Sacó con la mano, botó el balón en campo embarrado, cambió de dirección y entró en la portería. El guardameta le pidió al árbitro que lo anulara. A Benegas, guardameta del Córdoba, le marcó un tanto el portero del equipo contrario con un saque de meta que le pilló desprevenido. Creo que se retiró.

Jugadores que se han distinguido por su originalidades ha habido muchos. Tal vez el más famoso fue el colombiano René Higuita. Era partidario de actuaciones espectaculares, pero en una de sus acciones le regaló el balón al camerunés Roger Milla quien aprovechó el detalle le batió y eliminó a Colombia del Mundial.

Por trance parecido pasaron argentino Nery Pompido y el alemán Oliver Khan. El argentino falló contra Camerún en el partido inaugural del Mundial del 90 y el germano marró en la final de 2002, ante Rivaldo. No detuvo el disparo y Ronaldo aprovechó para marcar. Sus errores condenaron a sus selecciones.

En el Camp Nou, Víctor Valdés, también en un saque, le regaló la pelota a David Villa, ahora su compañero en selección y el Barça, y le batió. Los delanteros avispados aprovechan los cantes. En el Mundial de Japón y Corea el surafricano André Arense no retuvo el balón y llegó Raúl y le batió. En el mismo torneo el danés Sorensen se marcó gol en propia meta. Lo mismo hizo Andoni Zubizarreta en Francia, en el 98, frente a Nigeria. No fue condenado porque falló todo el equipo. Errores de este tipo los han cometido una serie de cancerberos internacionales. Los más sensibles han sido los cometidos en campeonatos mundiales y son de los que se guarda memoria

En los últimos años, todas las modificaciones reglamentarias de la International Board han sido castigos para los guardameta. Obligarles a jugar con los pies les ha supuesto numerosos errores. En Inglaterra existe colección de despejes fallidos que han sido dianas. El balón con el que se juega el Mundial vuela y para los guardametas es un peligro constante. Los futbolistas de campo también cometen múltiples errores en el pase, pero ello no suele ser decisivo.