La Roja por aquí. La Roja por acá. La Roja por acullá. El espíritu de la Roja. Anda que hace treinta años se habría hablado con esa ligereza. Lo de la Furia casaba más con el espíritu nacional. El caso es que España vive los tiempos de la Roja. Se ha quedado el latiguillo y suena bien. Sobre todo, porque el equipo gana un partido detrás de otro.

Y no es nada nuevo, porque la camiseta de la selección es roja desde los tiempos de la Creación. O sea, desde 1920. Ni siquiera en los años de la dictadura se cambió la tonalidad, que ya es.

Pero hay que ser objetivos: como La Roja no hay ninguna, pero rojas hay muchas.

Tantas como que es el color que más se repite en las selecciones nacionales adscritas a la FIFA. El encarnado es el color mayoritario en el vestidor de los equipos nacionales. Tiñe 68 de las 207 elásticas nacionales, un tercio del total. Por lo menos, de acuerdo con las fichas oficiales del máximo organismo futbolístico.

Casi todas son de un color

Y es que las selecciones nacionales se diferencias bastante de los clubes en la cuestión de estética cromática. La práctica totalidad de ellas recurre a la camiseta de color único. Y la gama se cierra en muy pocos colores: blanco, amarillo, rojo, azul y verde visten a la práctica totalidad de formaciones.

Son contadísimas las que optan por las rayas, tan extendidas a nivel de club. Y eso que éstas han dado una fuerte personalidad a quien las lleva: la albiceleste argentina y la rojiblanca paraguaya, con las que hay una identificación plena. También viste a rayas Malasia, con unos colores que más parecen el Barakaldo (amarillo y negro), pero ese es un caso apenas conocido. La otra camiseta diferente al resto, e igual de característica, es la de Perú, prima hermana de River Plate y Rayo Vallecano.

¿De donde procede la albiceleste argentina?. Según lo cuente un argentino o un uruguayo te dirán que procede de un símbolo independentista con 200 años de antiguedad o que la copiaron de un equipo de Montevideo.

La camiseta de Perú es el origen de una evolución, en la que no sabían muy bien donde poner el rojo. Pasaron por camiseta a rayas rojas y blancas, blanca con ribetes rojos, blanca con franja horizontal roja y, finalmente, la franja diagonal característica.

Que haya un color dominante en las camisetas no implica que no las haya que tengan un segundo color con el que adornan mangas y costados, pero el que prima es el que se ve de frente.

En la gama de los rojos apenas hay variaciones. La más conocida es el rojo burdeos de Venezuela, que les da su particular apodo: la "vinotinto".

Del celeste al casi oscuro

Más variedad hay con el azul, donde la tonalidad de franceses, italianos o griegos contrasta con una tan característica como la celeste de Uruguay (que también lucen San Marino y Somalia) y el oscuro casi negro de los escoceses.

Marcas corporativas

Hay países cuya camiseta es una auténtica marca en todo el deporte. Sea en fútbol, sea en cualquier otra especialidad, no se asocia a un holandés si no es de naranja, un alemán o un inglés de blanco o un mexicano verde. Pero, posiblemente, el color al que los deportistas de un país muestran más fidelidad es al amarillo, siempre visible en Brasil, Australia, Rumanía, Colombia o Suecia, sea cual sea la actividad. No tienen para ello ningún reparo y ningún temor.

Tan encarnados como España son los rojos de China (faltaría más), Rusia (mantienen el ramalazo, como también conservan el antiguo himno soviético reconvertido), Chile, Suiza, Turquía o Dinamarca. Son auténticas marcas corporativas.

Incluso esto ocurre con la única camiseta marrón, la de la selección de Qatar, que forma parte de su bandera y que también se ve en los tartanes atléticos. Otra anécdota es la elástica gris de Nueva Caledonia.

Pero si hay un color que más identifica a un país, posiblemente este sea el verde irlandés. Ese que se pone todo hijo de la patria el 17 de marzo, el día de San Patricio.