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a vuelto el catenaccio al fútbol", dicen los internacionales. Cada uno intenta maximizar sus virtudes dentro del campo y el estilo de juego de la Roja -que no va a variar a pesar de la derrota contra Suiza- invita al rival a amontonar a muchos jugadores cerca de su portero. Para alcanzar el éxito son respetables todas las fórmulas, en un Mundial sólo debes pensar en lograr el triunfo y el camino que utilices para conseguirlo es indiferente si consigues el objetivo. A la Roja, de momento, no le ha servido.

Fernando Torres es el futbolista más perseguido y más conocido en la ciudad universitaria de 'Potch', cosas de la mercadotecnia de la Premier inglesa. Al 'Niño' le esperan con fotos suyas vistiendo la camiseta del Liverpool y él, con toda amabilidad, dedica a diario diez minutos para firmar autógrafos a todos los niños. Sabe que el futbolista también es un producto de marketing.

Todos los fines de semana, en la ciudad universitaria donde se hospeda la Roja también se practican otros deportes. Del Bosque y su segundo, Toni Grande, observaron atentamente a unos atletas que ensayaron el lanzamiento de jabalina. No son expertos en esta disciplina atlética, pero al menos énfasis le ponían.

Hasta 15 jugadores de la Roja, de los 23 convocados, no habían nacido en el único precedente contra Honduras. Se vieron las caras en el Mundial' 82, en un partido que se jugó en Mestalla, pero no hay un gran recuerdo ya que empataron a uno y fue una enorme decepción. Honduras se adelantó en el minuto 8 y luego costó muchísimo amarrar un empate.

Radio Federación, ¿otro negocio? Hay clubes que pusieron de moda tener una radio y una televisión propias, la RFEF no se queda atrás y es curioso cómo es la única emisora que retransmite los entrenamientos en directo. ¿Qué dial emite? Es difícil encontrarlo, porque la radio temática sólo se escucha por Internet. Cuando preguntas la finalidad que tiene el dial en cuestión, la respuesta que te da la Federación es obvia: "para dar trabajo a algunos". En una época de vacas flacas tampoco está mal, pero así se intenta justificar la multitud de empleados de la RFEF en Sudáfrica.