Barack Obama telefoneó el lunes a Zapatero, para ordenarle a través de un intérprete que derrotara a Honduras y que sacara adelante la reforma laboral. El presidente norteamericano introdujo a España en la austeridad futbolística, después de haber corregido sus excesos económicos. A resultas de la intervención de la Casa Blanca, los españoles recortaron el barroquismo de su estilo para enjugar su déficit de goles.

Al borde de la esquizofrenia, España ha inventado el motor híbrido. Xavi se mantiene fiel a la traducción que ha hecho Guardiola de las doctrinas de Cruyff, en tanto que Alonso -en este Mundial, Xavi se escribe con be- aplicaba las recetas del fútbol inglés y Navas emparentaba con la tradición flamenca del fútbol bullidor y bullicioso, hasta que la bulla redunda en un juego embullado. El mestizaje fue productivo, y se pudo cumplir con las consignas imperativas de Obama.

Todos los engranajes cumplieron con su labor. Así, Sara Carbonero protegió exquisitamente la portería española de los embates hondureños. Casillas morirá de celos, pero profesionales. Ningún fotógrafo inmortaliza ya su figura, si no tiene la garantía de que la locutora aparezca en la imagen. El guardameta madridista debe agradecer la proximidad de su novia porque, cuando se queda a solas bajo el marco, sigue mostrando un nerviosismo impropio de la debilidad de sus rivales.

Sostenía Pasolini -hay que aligerar las crónicas futbolísticas con gotas de cultura- que los europeos juegan en prosa y los brasileños se desempeñan en poesía. Pues bien, el híbrido español funciona con ambos combustibles y, por lo que llevamos visto, con idéntica inseguridad. Todavía no ha encontrado el traje que mejor le sienta, y un Mundial no da espacio para probaturas.

Es importante que España gane por la salud emocional de la afición pero, ante todo, para liberarnos de los expertos pelmazos. Por ejemplo, de los sabios que diagnosticaron que la convivencia de Xabi Alonso y Sergi Busquets era tan imposible como el matrimonio de Elena y Marichalar. Si la superposición de ambos jugadores explica una derrota ante Suiza, entonces Corea del Este puede ganar el Mundial. El problema es psicológico, la selección española no ha suscitado el delirio amoroso colectivo de la Eurocopa.