Al proceso de descomposición de Francia ha contribuido activamente Zinedine Zidane. El ahora asesor aulico de Florentino Pérez, no ha parado de zascandilear entre sus ex compañeros de selección, utilizando su indudable ascendencia para abrir un frente anti Domenech y provocar un cisma entre camarillas. Curiosamente, nadie le ha reprochado nada al emblemático agresor de Materazzi y, ni mucho menos, le ha pedido que se calle. Cada cual es libre de conspirar contra quien quiera, siempre y cuando asuma las consecuencias posteriores de su maquinación, que pueden acarrearle desde el expediente doctrinal, a la pena de muerte; todo depende de épocas y lugares.

En cambio, a Luis Aragones no paran de reprocharle que haya dicho la suya con respecto al juego de España. ¡Qué se calle ya!, piden los inquisidores. El ex seleccionador, en su condición de comentarista, es libre de opinar lo que piensa. Antes que él, Vicente del Bosque fue tertuliano, aunque, eso si, mucho más soso. Y como él, este Mundial este plagado de antigu0s técnicos y futbolistas, que predican su verdad por doquier, sin que nadie se escandalice. ¿Por qué, entonces, hay que amordazar a Luis? ¿Tal vez porque no se atiene a lo políticamente correcto?