J. M. Bort

valencia

Falta media hora para el inicio de los entrenamientos y la gente apura los desayunos en las proas de las embarcaciones amarradas en la dársena interior, la zona donde se concentran los espectadores más pudientes del GP. No faltan, en algunas mesas, las botellas de Moët Chandon, y las ostras, traídas directamente desde el Mercado Central por una empresa de "catering" que ofrece todo tipo de servicios a los inquilinos de los barcos. Por dinero no será. Los amarres en esta zona, en las mismas entrañas del puerto, pagan entre 9.000 y 20.000 euros, dependiendo del tamaño de la embarcación y la posición, por disfrutar de las carreras sobre las aguas. Es, como en el GP de Mónaco, la parte que da más "glamour" al evento.

El puente levadizo que limita la dársena interior con el resto del puerto está cerrado definitivamente desde ayer. Hay naves de todos los tamaños y gente de procedencias dispares. Otros 400 barcos atracan este fin de semana en la Marina Sur, fuera del corazón del puerto, donde hay más libertad de movimientos y a unos precios bastante más asequibles.

El Indian Empress, propiedad del magnate indio Vijay Mallya, dueño del equipo Force Indian, centra la atención en la parte más cercana al trazado. Sus 95 metros de eslora dan para mucho, aunque su propietario no celebrará las fiestas multitudinarias de otros años. Para los románticos, resulta más gratificante la imagen de la goleta Cervantes -atracado en la recta "de atrás" y propiedad de José Ramón Carabante, -dueño del equipo Hispania- o del Clipper, una réplica del velero de tres mástiles que rememora el viaje de Charles Darwin para recopilar información sobre su Teoría de la Evolución. A su lado, hay otros cien barcos, la mayoría yates llegados desde todos los rincones, como Inglaterra, Italia o las costas francesas. Otros muchos llevan la bandera de España. Como el de una nave que llegó ayer desde Denia. La mayoría utilizan el yate sólo como residencia, porque a la hora de los entrenamientos toman tierra para ver a los bólidos desde la grada, la mayoría con asiento en el palco VIP. El precio del amarre permite, eso sí, navegar por el interior y buscar algún hueco para seguir las carreras.

La dársena está dividida en tres tipos de ubicación. La zona A incluye la "T" central y las zonas adyacentes a la pista entre la segunda y la cuarta curva del trazado y el edificio Veles e Vents. La zona B es la más cara. Aquí están los yates más lujosos. Están atracados en zona más próxima a la larga recta que separa la dársena del puerto comercial, por lo que ven pasar a los coches desde la primera línea. Los precios son infinitamente más caros que los de las gradas. Pasamos de los 6.000 a los 20.000 euros, para los barcos más pequeños, calderilla para gente que vive ajena a la crisis. Los grandes ausentes de esta edición son el "glamouroso" Force Blue, de Flavio Briatore, sancionado por la FIA, y el no menos espectacular Togo, un megayate propiedad de McLaren.