A Raimon Ferrer, el admirable jardinero granota, le dijimos una vez: «cuando muramos encárgate de que nuestras cenizas sean esparcidas en el campo del Levante». Se lo dijimos convencidos del deseo. Ahora lo recordamos porque, sin tener ganas algunas de morirnos, hemos vuelto a pensar en el encargo a Raimon viendo «Enterrado», la excelente película de Rodrigo Cortés. En ella se cuenta la experiencia de un hombre que despierta dentro de un ataúd y tiene los minutos contados para seguir viviendo. Nos llevó a recordar «La obsesión» de Roger Corman, protagonizada por Ray Milland alrededor del tema de la catalepsia. Dos películas alrededor de la muerte y sus posibles conflictos, de esa muerte que sigue llenando nuestro archivo de recuerdos cinéfilos. Durante la última semana han desaparecido tres santo y seña de Hollywood: un director, Arthur Penn, responsable de obras maestras como «La jauría humana», «La noche se mueve» o «Bonnie and Clyde», una actriz, Patricia Neal, espléndida intérprete de «Hud» y «Desayuno con diamantes», y un actor, Tony Curtis, encantador y picarón protagonista de películas intemporales como «Coraza negra»«La pícara soltera» o «Trapecio». Pensando en sus desapariciones sin repuesto en el mundo del cine sufrimos un decaimiento al sentir con ellas el implacable paso del tiempo. Para eludirlo nos reanimamos con el fútbol y la realidad de un Levante renacido con carácter cuando muchos lo daban por muerto y enterrado. Sí, porque antes de jugar en Almería recibíamos palmadas de condolencia en el hombro de amigos y conocidos. «Otra vez será, Salva, porque esta temporada volvéis a Segunda de cabeza», decían queriendo mostrarnos una aparente solidaridad. Para ellos el Levante era como el protagonista de «Enterrados» de Cortés o el de «La obsesión» de Corman. Un enterrado metido en un ataúd dentro de una liga donde sólo le quedaba esperar el responso.

Pero la explosiva reacción levantinista les ha soltado un sonoro bofetón a estos nefastos agoreros. Porque a pesar de sufrir tres arbitrajes en contra en los tres primeros partidos de esta liga en el Ciudad de Valencia, el último imperdonable al no ser expulsado Cristiano Ronaldo cuando agredió sin balón a Del Horno, el Levante se ha rebelado ante su prematuro enterramiento. Con coraje y nuevos bríos, como dice su himno, se ha levantado y ha puesto incluso nervioso al considerado mejor entrenador del mundo. Al fatuo Mourinho que llegó a reírse de los jugadores levantinistas al final del partido, «ninguno ha ido al hospital» y que luego no ha tenido ni una palabra de apoyo a Nacho González, lesionado por su «ejemplar» equipo para más de seis meses.

«El difunto es un vivo», era el título de una película de Ignacio F. Iquino de 1941. Y así titulamos al actual Levante que visita hoy el Reyno de Navarra, campo del Osasuna. Donde deben temerlo porque saben que es capaz de darles un disgusto y de paso provocar una profunda crisis en el banquillo pamplonica.