El GP de Japón siempre es una aventura emocionante para todos los que amamos el mundo del motociclismo. Japón ha sido y es cuna de los grandes fabricantes de motos para todas las categorías. Una de las cosas curiosas que encuentras es que los aficionados se reparten las gradas del circuito en base a la marca de la que son aficionados, de Honda, Yamaha e incluso KTM, a pesar de ser una fábrica europea y de que ya no participa en el Mundial.

Los aficionados japoneses son aquellos que siguen todo lo que haces a través de internet y conocen detalles de tu vida que te llegan a dejar de piedra. A mí mismo, al conocer la afición que tengo desde bien pequeño a la serie de las Bola de Drac, todos los años me traen un montón de regalos en forma de muñecos, láminas… ¡Es muy entrañable!

El GP de Motegi ha sido más complicado de lo esperado. Las cosas venían bastante bien desde las carreras anteriores, pues el rendimiento estaba siendo bueno a pesar de no haber cuadrado buenos resultados; todos estábamos más o menos contentos de cómo estaban yendo las cosas. El viaje fue duro, como siempre que venimos hacia aquí, pero después el alojamiento y la estancia fue buena, ya que estábamos en el mismo hotel del circuito, una maravilla que sólo podemos disfrutar aquí en Motegi. El viernes comencé mal, con frío y una configuración de moto que me hizo irme al suelo cuando sólo llevábamos 14 minutos de entrenamiento. Esa caída ya hizo minar mi confianza y el rendimiento en el fin de semana. El sábado, otra vez caída, sin consecuencias, pero me dejó algo más desconcertado pues no sabía lo que estaba pasando.

Ayer, en el warm up hice decimoquinto, por lo que pensaba que podría luchar por los puntos. Pero en carrera me encontré con Talmacsi (como en los viejos tiempos) y al intentar pasarlo me salí de la pista perdiendo todas las opciones. Sólo me queda mirar para adelante y trabajar para que en Malasia y Australia las cosas vayan mucho mejor.