Competitividad, compromiso, solidaridad y sacrificio. Éstos son los cuatro pilares sobre los que se sustenta el liderato del Valencia. Conceptos, a priori, difusos pero que cuando han sido asumidos por (casi todos) los jugadores y puesto en práctica han servido para lograr 16 de los 18 puntos en juego e igualar el mejor arranque histórico. ¡Quién lo iba a decir! En julio, cuando el Valencia se deshacía de jugadores para poder sobrevivir económicamente, pocos soñaban con este idílico arranque. El Valencia es, una semana más, el líder.

¿Y en qué radica el éxito? "En el grupo", responde Braulio Vázquez, el arquitecto del equipo. Y, por las sensaciones que desprende el bloque, acierta de pleno. Es este equipo, sobre todo, solidario. Un grupo sin egos en el que todos los jugadores se sienten importantes y cómplices de la labor del compañero. Y todos quieren más. "Los jugadores tienen hambre y ésta se contagia", apunta Braulio, posiblemente junto al cuerpo técnico, los únicos que "cien por cien" creían en el equipo allá por el mes de agosto. Y es que, de sus actuaciones se desprende que, los Topal, Tino Costa, Aduriz o Soldado no mentían cuando, en sus presentaciones oficiales, afirmaban que venían al Valencia a crecer, aprender y a dar alegrías a la afición. De momento, las intenciones se están cumpliendo. Y la grada, como ha venido mostrando en los últimos partidos, está satisfecha porque, al margen de los resultados, el comportamiento del grupo es excelente.

Los "nuevos" han asumido sin rechistar su nuevo rol y, al contrario de años anteriores, su integración ha sido rápida. Ningún jugador se considera imprescindible -lo que favorece las rotaciones y la dosificación de minutos- y ningún jugador, de momento, tiene celos de su compañero. Y es que, la conjura que se realizó en una cena de principio de temporada, está cuajando.

El Valencia ha ganado cinco partidos, en casa ante Racing de Santander y Athletic de Bilbao, y a domicilio contra el Málaga, Hércules y Sporting de Gijón, mientras ha cedido un empate, en Mestalla, ante el Atlético de Madrid.

"Para que un grupo funcione el nivel de exigencia lo debe marcar el propio grupo, porque esto es lo que hace que el rendimiento colectivo aumente", reflexiona Braulio. Rendimiento que, por ejemplo, se personaliza en Manuel Fernandes, un futbolista apático que se sentía fuera del grupo y al que Emery está sabiendo reconducir y hacer sentir importante.

"Tan significativo es el hambre de los nuevos como la responsabilidad que han adquirido los que ya estaban", apunta el coordinador de la secretaría técnica.

El cambio de Unai

En su tercer año al frente del equipo, Emery se siente cómodo. Y los resultados le respaldan. De momento, el técnico domina al grupo -las personalidades de los nuevos, en general, son más moldeables- y, con sus rotaciones, tiene a todo el grupo implicado y satisfecho. Cierto es, que los resultados y la espiral ganadora del grupo, ayuda a minimizar críticas y aplicar novedades sin temor.

"Ha cambiado", apunta un jugador que prefiere guardar el anonimato. También la percepción que los jugadores tienen del técnico ya que, si hace un año, criticaban de forma desmesurada las rotaciones -se hablaba de grupo A y B- ahora las elogian y consideran óptimas.

Y el grupo aprende a sufrir

"Hemos aprendido a sufrir", apunta Pablo Hernández. "El grupo es más compacto que en años anteriores y, en los momentos complicados, todos nos ayudamos. Ahora sabemos que todos somos importantes", incide el jugador que ayer, cuando abandonaba la Ciudad Deportiva, recibió la llamada que lo convocaba con la selección española.

Para Pablo, por ejemplo, la clave del liderato radica en que el grupo ha aprendido a sufrir. "No siempre se puede ganar jugando bien", sostiene. "Todos sabemos que, si hacemos las cosas bien, el beneficio es para todos", explica. Un beneficio del que ya se aprovechan. El Valencia es el líder y, de momento, todo lo que le llueven son elogios. Eso sí, como insiste una y otra vez Unai Emery, "aún hay margen de mejora" y "esto no ha hecho más que empezar". Sí, pero por ahora, el primer equipo clasificado en la Liga BBVA es el Valencia.

Chori es la única pieza que falta por ensamblar del puzzle

Domínguez se ha convertido en la única pieza por ensamblar en la maquinaria del equipo que entrena Emery. Los nueve meses que Domínguez lleva en Valencia -llegó tras ser declarado mejor jugador de la liga rusa con el Rubin Kazan- han estado marcados por la imposibilidad de que el futbolista jugara en Europa en la pasada campaña al haberlo hecho con el equipo ruso, la lesión padecida este verano, la indefinición sobre su posición natural y la combinación entre los destellos y la apatía.

El Chori empezó a jugar con el Valencia a principio del año 2010 y disputó trece partidos de Liga, uno de ellos completo, y uno de Copa del Rey. Su debut tuvo lugar en Xerez, donde estuvo sobre el terreno de juego en los diez minutos finales de un partido que el Valencia ganó a domicilio por 1-3. En la actual campaña ha participado en cinco partidos de Liga, ninguno completo, y uno como titular, mientras que ha sido titular en los dos partidos de Liga de Campeones. Hasta el momento, el argentino ha ofrecido dos imágenes completamente diferentes en sus actuaciones, ya que ha combinado acciones brillantes con momentos en los que se ha mostrado ausente. Ha dado varias asistencias de calidad, la última en el gol que Vicente le marcó al Athletic de Bilbao el sábado, que se han intercalado con momentos en los que ha parecido faltarle intensidad en el juego. a. gil valencia