En 1999 la Generalitat Valenciana hizo una gran apuesta por el deporte del motor y, en especial, por el motociclismo. No sólo construyó el Circuit Ricardo Tormo, sino que quiso dotar de contenido las instalaciones de Cheste con la creación de una escuela de pilotos. Nació como la Fórmula Airtel, mutó en la Fórmula de Campeones Bancaja y se transformó finalmente en la actual Cuna de Campeones Bankia. El objetivo mínimo era «volver a llenar la parrillas del mundial con pilotos valencianos porque ya no nos quedaban», explica el director de la escuela, Julián Miralles, pero también había un reto máximo: «Hacer a un valenciano campeón del mundo». Los Barberá, Terol, Gadea o Martín alcanzaron la primera parte del objetivo, pero sólo Nico Terol ha sido capaz de completar el desafío completo.

¿Por qué se han tardado 12 años en conseguirlo? Julián Miralles cree que tiene las claves: «Básicamente porque no es fácil hacer a un piloto campeón del mundo, todo lo contrario, es una tarea muy complicada. Pudimos conseguirlo con Héctor Barberá en el quinto año de la Cuna, pero la verdad es que ha faltado una pizca de suerte».

Sin embargo, insistiendo en la pregunta, Miralles reconoce que hay un problema de difícil solución: «Los pilotos cuando llegan al Mundial son niños. En la Cuna estamos encima de ellos y, digamos, los arropamos mucho. En cambio en el Mundial los equipos se piensan que los niños-pilotos son profesional, y no es verdad. Necesitan un tiempo para madurar. Nico lo vivió en su época de Derbi, donde se sentía solo. Pero otros como Mateo Túnez no lograron superar esa fase. Y a otros les está costando, como Adrián Martín. No es culpa de los pilotos, ni tal vez de los equipos, simplemente hay que darse cuenta de que son niños y no los conviertes en profesionales de la noche al día».

«Tenemos que insistir en la idea de que necesitamos un enlace entre el mundo amateur y el profesional, es un salto demasiado grande. Los equipos que entiendan eso, conseguir recoger los frutos antes que otros», añade el director de al Cuna de Campeones Bankia.

Julián Miralles reconoce que el pasado domingo, con el título de Nico Terol, también vio cumplido un sueño personal de ver a uno de los pilotos que ha formado, convertirse en campeón del mundo, pero tiene sus dudas sobre si este título servirá de impulso para la cantera: «‘Tota pedra fa paret’, decimos en valenciano, pero estamos viviendo tiempos muy complicados por al crisis. Ahora hay que saber en qué tenemos que invertir nuestros pequeños recursos, porque no podemos abarcarlo todo». Así, la Cuna de Campeones se plantea un cambio de estrategia para 2012, aunque el que fue campeón de Europa de 125 cc no es capaz de definir todavía el proyecto: «Es complicado, pero sé que existe la voluntad de que la Cuna de Campeones Bankia continúe con su camino. Estamos luchando para dar un nuevo pasito. Se trataría de conseguir que las categorías pequeñas se celebren a nivel nacional en distintas pistas de karts, concentrar nuestros esfuerzos ahí. Los mejores pilotos deberían tener una continuidad y planteo un equipo con dos pilotos para hacer Pre3 o directamente Moto3 en el Campeonato de España, siempre y cuando tengamos los recursos necesarios».

Miralles mira al futuro con optimismo porque asegura que viene «una generación de pilotos tan buena como la de los Barberá, Terol y compañía». «Espero que sepamos llevarlos hasta lo más alto», finaliza.

La cantera se seca

Nico Terol formó parte de la primera generación de la actual Cuna de Campeones —en minimotos—, al igual que Héctor Barberá —dos veces subcampeón del mundo— o Xavi Forés —campeón de España—. Curiosamente los mayores éxitos del motociclismo valenciano los han dado pilotos de aquella primera época. Ahora parece que la cantera se ha agotado. La Cuna —que depende del Circuit Ricardo Tormo— ha visto reducido drásticamente su presupuesto en los últimos años. Es evidente que le hace falta un nuevo impulso, pero la crisis no ayuda en estos momentos.

El título de Nico Terol ha significado la culminación de doce años de esfuerzos, pero en ningún caso debería interpretarse como el final de un proyecto. Si el motociclismo valenciano quiere seguir disfrutando de éxitos, debe reinvertir la idea original, la que tantos buenos pilotos ha dado.