Hoy hace mil días que las obras del nuevo estadio del Valencia CF se encuentran paradas por la falta de liquidez en el club. Las condiciones para que los trabajos se reanuden no se han concretado, ya que el club arrastra buena parte de los problemas económicos que tenía cuando se paralizó la construcción, pero ahora se vislumbran variaciones en el entorno que apuntan a que el tema se retome en breve.

La posible adquisición de la parcela del actual Mestalla por un grupo inversor próximo a Bankia podría permitir al Valencia saldar la deuda de 243 millones que tiene con la entidad financiera. Ese paso, unido al apoyo más institucional que económico de la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia, podría contribuir a cerrar lo que en un principio se interpretó como un paréntesis, pero que ya dura dos años y nueve meses. El 25 de febrero de 2009, las obras se paralizaron, a la espera de obtener la liquidez suficiente para afrontar la siguiente fase de la construcción del estadio. Las obras habían comenzado en agosto de 2007, pero en los meses previos a su paralización se había trabajado cada vez a un ritmo menor, hasta que dejó de haber actividad. Tras los primeros cuatro meses de paralización y con una inversión pendiente para su finalización que ronda los 150 millones de euros, se produjo el relevo presidencial, con la salida de Vicente Soriano y la llegada de Manuel Llorente.

El actual presidente afirmó desde el primer momento que las obras no se reanudarían hasta que se dieran las condiciones económicas adecuadas e insistió en que se trabajaba para que se dieran, pero también dijo que no se buscaría financiación para reanudarlas dada la deuda que tenía la entidad. La situación era desesperada, ya que la deuda del Valencia ascendía a una cantidad próxima a los 550 millones de euros que se ha reducido a los 387 millones en poco más de dos años.

Desde su llegada a la presidencia, Llorente ha venido sosteniendo que el nuevo estadio es necesario, aunque el proyecto que se desarrolló a mitad de la pasada década por iniciativa del entonces presidente Juan Soler, en una coyuntura económica muy diferente a la actual "no fue el más acertado, pues le faltó austeridad y realismo", según el actual mandatario, para quien el actual campo de Mestalla, con capacidad para 50.000 espectadores y ubicado en una parcela de 33.000 metros cuadrados "se ha quedado obsoleto", pero también ha insistido en que la cuenta de resultados del Valencia "no puede aguantar un gasto como el que cuesta terminar el nuevo estadio". En declaraciones más recientes, Llorente ha insistido en que no hay novedades sustanciales de cara a la reanudación de las obras, aunque el club "no ha dejado de trabajar al respecto".