El Levante UD acompañó la histórica clasificación para cuartos de final de la Copa del Rey -hito que no conseguía desde 1941- con una fantástica velada de fútbol. El conjunto de Juan Ignacio Martínez, empujado por su ideólogo Barkero, se deshizo con una autoridad insultante del Alcorcón, que no dio noticias de la escuadra batalladora, de su rol de terror copero de los equipos grandes, ante la determinación granota, que llegó al gol por todos los caminos posibles. A la contra, en combinación, en saque de esquina, de falta directa... con una batería de argumentos tan amplia que descarta, de raíz, que la primavera granota obedezca a una racha furtiva o que la Copa del Rey le pueda suponer un desgaste contraproducente en la Liga. Ya en cuartos de final, no hay "granota" que se resigne a seguir reescribiendo la historia.

No quiso perder el tiempo el Levante UD. El partido iba a tener unas directrices muy claras. Unos, los levantinistas, iban a atacar. Decididamente, sin contemplaciones. Otros, los del Alcorcón, iban a proteger la exigua pero valiosa renta de la ida (2-1), encerrados atrás, sin poder salir del área ante el acoso local. En 14 minutos, los azulgrana ya habían botado media docena de saques de esquina.No fue un recurso bien explotado, salvo en un cabezazo picado al primer palo de Iborra, al que Raúl Moreno reaccionó lanzándose abajo, desviando a córner, en una intervención de gran mérito.

El repliegue de filas de los madrileños no evitaba que el Levante UD rebasara sin problemas la línea de tres cuartos. Especialmente por la banda izquierda, con Barkero, en combinación con el canterano Roger y los desdoblamientos de Juanfran. El gol tranquilizador no llegó, sin embargo, en un ataque estático, sino con espacios. Un fantástico cambio de orientación de El Zhar desde la derecha a la banda contraria descosió las costuras de la zaga alfarera, por allí entró como una bala Barkero. Sin oposición, controló la pelota, encaró a Raúl Moreno y lo batió de disparo cruzado.

El gol ya era suficiente para pasar a cuartos pero el Levante UD, aunque no fuera con la misma intensidad del inicio, buscó el segundo. Solo en ese momento, el Alcorcón, que no se había acercado a las inmediaciones de Keylor Navas, se desperezó. En su primera aproximación dio serias señales de vida. Oriol Riera, máximo goleador del Alcorcón en Copa, se coló entre los dos centrales para recoger un pase en profundidad de Miguélez. Navas salió a la desesperada a cubrir portería y tapó el disparo del delantero, que se vio afortunado por un rechace que casi acaba colándose.

El empate habría supuesto un castigo excesivo para los merecimientos de los dos equipos. El premio justo se lo llevó el Levante UD, en el último minuto del primer acto. Barkero acomodó con el interior de su guante zurdo un pase largo en diagonal, peinado de cabeza hacia atrás por El Zhar y que durmió en un gran control Roger. La pelota se le quedó dando saltos, ideal para embocarla de volea a placer, como hizo, por toda la escuadra. El equipo se marchó a vestuarios con una cerrada ovación en la que también participó un nutrido grupo de hinchas del Ontinyent, club damnificado por su injusta eliminación (contra el Alcorcón) en la eliminatoria decisiva para el ascenso a la Liga Adelante de 2010.

Como era de esperar, el Alcorcón apretó en la segunda parte. Su presión fue más agresiva, en busca del gol que le diera opción a una prórroga. No lo permitió el Levante UD, que a los seis minutos de la reanudación puso la sentencia definitiva a la eliminatoria. Fue en otro saque de esquina lanzado por Barkero, al que volvió a entrar autoritario Iborra, cuyo cabezazo esta vez no pudo ser neutralizado por el meta visitante. El centrocampista de Moncada volvió a dedicar el tanto a Alma, su hija fallecida.

Anquela, técnico del Alcorcón, con el agua al cuello, se la jugó con la carta más desesperada de todas, la del triple cambio, dando entrada a Babin y a sus dos mejores jugadores, reservados en la Copa, Montañés y el goleador Quini. El color del partido no cambió, continuó siendo invariablemente azulgrana. La guinda se encargó de ponerla Rubén Suárez, sustituto de Koné. El delantero asturiano regaló una de sus especialidades en el golazo de esta serie de octavos al lanzar un golpe franco perfecto, en potencia y colocación, a la escuadra, imparable. La media hora restante de juego transcurrió tranquila, serena, con la afición paladeando el resultado y el maravilloso presente de su equipo, entre algunas oportunidades simbólicas de un digno Alcorcón.