­El Valencia se presentará en el Ciutat de València con ventaja sobre el Levante (4-1), y con el crédito recuperado tras el mal partido con la Real Sociedad. El Levante acogerá al vecino sabiendo que, es muy difícil remontar, pero que si no juega acomplejado y saca el pundonor que le caracteriza, todo puede ser. A la valencianía, divida, aún le quedan 90 minutos de espectáculo. Intensos y emocionales. Y es que, un derbi tiene esto, que en una familia, cada uno tira hacia un lado. Los Lozano, por ejemplo, son socios del Valencia, pero el pequeño de la familia es simpatizante del Levante UD y, los Reyes Magos, en casa de los abuelos maternos, le dejaron un equipaje del Levante. Ya lo había estrenado, pero ayer el padre accedió, con ciertas reservas, a que el pequeño se lo pusiera para ir a Mestalla. Eso sí, y como la noche era muy fría, el niño sólo utilizó la camiseta que se puso encima de un suéter de cuello cisne azulón bajo un abriguito azul marino. Jorge, que así se llama el pequeño, vivió con intensidad la previa del partido. Era la primera vez que veía en directo a su equipo. «Pero también soy del Valencia», confesaba mientras su padre le regañaba. «¡Que el año que viene no te saco el pase¡», advertía entre risas.

Desde su localidad de tribuna, y unos minutos antes de que los jugadores salieran al campo, la familia observó como Gol Gran, una de las peñas promotoras de la Grada Jove, desplegaba una pancarta: «València te dos grans equips, el València i el Mestalla. Per història i tradició, un València campió». También quedaron asombrados por la imagen de miles y miles de globos sobrevolando el campo. Y es que, con esta acción, Gol Gran le dio un colorido especial a la salida de los jugadores al campo. De inicio, y con el bocadillo de tortilla de habas entre manos, la cena empezó sentando mejor al matrimonio y al hijo mayor porque veían como el Valencia asfixiaba al Levante en su área mientras sólo Koné obligaba a Rami a esforzarse más de la cuenta. Pero el pequeño, ya con el abrigo abierto por el calor que le creaban los nervios, confiaba en la gesta de un equipo al que las lesiones generan muchos quebraderos de cabeza (Barkero se lesionó en el minuto 10). Pero la esperanza se redujo cuando Jonas abrió el marcador y junto a Pablo y Jordi se marcaron el bailecito del Ai se eu te pego de Michel Telo y que su compatriota Neymar ha popularizado. El Valencia, que era quien llevaba la iniciativa y dominaba el juego, se colocaba por delante. Además, tocado en el orgullo por las críticas recibidas tras el partido contra la Real Sociedad, el Valencia sacó el carácter adormecido y buscó un segundo gol. Un tanto, el de Soldado, con sello valenciano que alentó a la grada a regalarse cánticos de un fondo ma otro. Pero, en pleno éxtasis y cuando todo hacia indicar que el Levante se desmoronaba por el 2-0, Koné aprovechó un despiste y sorprendió a Diego Alves para , 357 minutos después, romper la imbatibilidad del Valencia en Copa en Mestalla. El Levante resucitaba. Y Jorge miraba hacia la tribuna de prensa con el dedo pulgar en alto exhibiendo su esperanza. Pero la alegría y confianza en que su equipo empatara le duró poco. Piatti, en su primer gol como valencianista, echaba al traste cualquier ilusión al tiempo que Mestalla empezaba a pensar en la eliminatoria de semifinales, probablemente contra el todopoderoso Barcelona.

Con la reanudación y con Munua en la portería por el lesionado Navas, el guión fue diferente. El Levante se desquitó de sus complejos, sacó la casta e imprimió algo más de dureza a un choque más nivelado, en el que el Valencia pisó el freno, contemporizó y se acomodó al verse con el 3-1 en el marcador. En el palco, Llorente y Catalán intercambiaban opiniones, mientras el vicepresidente del Consell, José Ciscar, se mostraba imparcial. En los banquillos, Emery y Juan Ignacio Martínez rivalizaban en movimientos gestuales.

La grada sonreía. Ganar al vecino, y sobre todo irse con el buen sabor de boca del gol marcado por Tino Costa en el minuto instante, satisface. Y mucho. Pero más complace comprobar cómo dos aficiones rivales se llevan tan bien. Y es que, la familia Lozano no es una excepción porque, de momento, son muchos los valencianistas que sienten simpatía hacia un equipo que ha sabido lidiar con la crisis financiera en la que estaba inmerso y convertir en el pundonor su seña de identidad.