Mestalla asistió a un derbi redondo, muy intenso, dominado a rachas, que fue ganando cuerpo conforme avanzaron los minutos y acabó en plena ebullición. El 4-1 final deja al Valencia con un pie y medio en las semifinales. A buen seguro el levantinismo lamentará los primeros 45 minutos de su equipo, en los que fue muy inferior y estuvo a merced de un Valencia dominador y efectivo, y Pablo de protagonista. La eliminatoria pudo haber quedado sentenciada en ese tramo pero en el segundo acto se nivelaron las fuerzas. El Levante UD, con las ideas más claras, reaccionó y buscó con orgullo el segundo tanto. El gol en el descuento de Tino Costa deja el cruce muy decantado, pero los de Juan Ignacio Martínez han convertido las remontadas coperas en Orriols en todo un clásico.

Se le presentó muy propicio el partido a un Valencia muy enchufado, que no se había quitado el amargo sabor de boca de su pobre partido contra la Real Sociedad. Llevó la iniciativa y, en contra de lo previsto, contó con las facilidades otorgadas por el Levante UD, en el erróneo planteamiento de salida de JIM. Condicionado por la ausencia de extremos (Juanlu, Valdo, Rubén Suárez), el técnico granota inventó un rombo con Pallardó, Iborra, Xavi Torres y Barkero que zozobró desde el primer instante. El Levante UD cambiaba su manera de jugar y sobre todo de defender, su mejor faceta, la que lo ha elevado como la revelación del torneo. Las entregas y los repliegues fallaban y la presencia del Valencia por las dos bandas era constante. Pablo y Barragán, Jordi Alba y Piatti entraban como puñales y siempre contaban con superioridad numérica ante Javi Venta y Juanfran. El dominio, que llegó a ser abrumador en la posesión de la pelota, no se tradujo al inicio en ocasiones, salvo en un disparo de Pablo en dirección al larguero y un cabezazo de Jonas.

El panorama para el Levante UD se hizo mucho más sombrío con la lesión, por un pinchazo luchando por un balón dividido, de Barkero, su mejor hombre, en el enésimo peaje de la enfermería azulgrana en esta Copa. La lesión, no obstante, hizo que JIM retocara las piezas y, con la entrada de El Zhar, el Levante UD recuperara su 4-4-2, desplazando a Xavi Torres como interior diestro.

Tardó más de 20 minutos el Levante UD en pisar área valencianista. Cuando lo hizo, en su primer saque de esquina a favor, encajó sin embargo su primer tanto. Un córner pésimo que desembocó en un contragolpe de manual, iniciado con un cambio de orientación de Piatti. La pelota acabó en Soldado, que intercambió con Jonas los papeles de asistente y goleador. El valenciano dio esta vez el pase de gol al brasileño, que marcó a placer ante Navas. Cinco minutos después y después de una gran parada de Navas a Jonas, llegó el gol que decantaba la eliminatoria, en otro regalo «granota». En otra incursión por la derecha, Pablo apuró la banda, hizo el pase de la muerte, interceptado por Javi Venta, que ni despejó ni controló el balón que quedó franco para un depredador como Soldado, que no perdonó.

El partido, con ese ritmo, olía a goleada, pero con un zarpazo aislado se metió el Levante UD en el partido. Un centro lejano fue despejado de cabeza por Jordi Alba donde nunca hay que hacerlo, al centro. Pallardó ganó el rechace y Koné giró y remató tal como le vino, de primeras, por toda la escuadra, en el primer disparo «granota» entre los tres palos.

Un golazo, un premio excesivo para los visitantes, que tampoco cambió la jerarquía del partido. El Valencia, dominador, decantó la balanza en el último minuto del primer acto. Pablo, entre una marea de defensores levantinistas, vio por la izquierda a Piatti tal como Messi, un día antes, vio a Abidal en el clásico del Bernabéu, con un pase de cuchara que lo dejó solo contra Navas. El guardameta costarricense se lanzó con todo, cazando la tibia del argentino, que ya había disparado. La pelota entró, y los dos jugadores se quedaron doloridos en el césped. Navas no pudo continuar en la segunda mitad. El Levante UD recuperó sus valores en la segunda mitad. Fue de nuevo un equipo con carácter, generoso en la presión, definitivamente competitivo. Exigió batalla al Valencia, que no se encontró cómodo. El balón no le duraba y se interrumpieron las ocasiones. Para colmo, se lesionó Pablo, hasta ese momento el mejor, en una acción idéntica a la de Barkero.

El partido no tenía gobierno, y Emery quiso volver a restablecer el orden con la entrada de Banega. JIM, con Rafa Jordà, dejaba claro que el Levante UD iba a por el segundo. El delantero catalán pudo recortar distancias con un cabezazo. Rami y Víctor Ruiz pudieron sentenciar en sendos testarazos. El partido se fue hacia el desenlace tenso, con rifirrafes y protestas entre jugadores de los dos equipos. Las tarjetas se multiplicaron. Koné volvió a sacarse un latigazo, desviado por Alves. Con el tiempo cumplido, con el Levante UD volcado, un contragolpe acabó en un disparo desde la frontal de Tino Costa, que se envenenó como una vaselina al meter la pierna Cabral y descolocó a Munúa. Fue el final frenético a un derbi de mucho nervio.