El Levante UD dio ayer un pequeño paso más hacia la permanencia. En estos primeros momentos de inestabilidad, mermado por las lesiones y dolido por la afrenta copera ante el Valencia —a la espera de lo que pase el jueves—, Orriols valoró el empate sumado ante el colista, un rival aguerrido que se plantó en Valencia con muchas urgencias. Con sus mejores efectivos en el campo, quizá, el colista no se habría escapado vivo de Orriols. Con una alineación forzada por las ausencias, el Levante UD se retiró al vestuario con los deberes hechos: Portería a cero y orgullo intacto. A la vista hay dos partidos seguidos, de nuevo, en casa. Un motivo para que no decaigan los ánimos. Si en el momento más incierto de la temporada, el grupo de JIM mantiene el tipo, no hay nada que temer.

Los dos equipos ofrecieron un pobre espectáculo en el primer tiempo. Un auténtico sopor, producto de la máxima prudencia con la que se emplearon los futbolistas. Demasiada, visto como los dos porteros, Munúa y Roberto, apenas participaron. Tampoco había grandes cosas que exponer en una tarde fría, desapacible, que recordó a épocas pasadas, cuando el Levante UD jugaba en Segunda División. Le faltó chispa al encuentro desde el principio, en el campo y en la grada.

Con siete bajas, con el grupo descompuesto por las lesiones, el equipo de JIM planteó el choque más que nunca desde la retaguardia, más pendiente de los movimientos del rival que de la creación de su juego. La referencia del telescopio quedó fijada en la cabellera amarilla de Koné, incombustible en la búsqueda de un balón suelto, de algún resquicio por donde penetrar en territorio enemigo. Sin Barkero, al equipo le faltó conectar como mandan los cánones. Farinós, con los vicios adquiridos de un mediocentro, naufragó como medio punta. Y Rubén, el futbolista más hábil sobre el césped, se ahogó en la banda izquierda. Mermado de recursos técnicos, el Levante UD tiró de la explosividad de Xavi Torres, y el empuje de Venta desde el lateral para ganar metros.

El Zaragoza, colista, con solo dos victorias en lo que va de temporada, no fue fue un rival digno. Juega a impulsos, timorato , siempre con el miedo en el cuerpo a cometer algún error. Manolo Jiménez dio ayer un paso adelante y descargó peso en la zona atacante. Formó con dos puntas, Lafita y Postiga, para ganar presencia en el área contraria. Nada. El Levante UD respondió con las líneas bien cerradas. Falto de costumbre, Cabral tardó en encontrar su sitio, mientras Del Horno y Venta mantuvieron las bandas a buen recaudo. El exvillarrealista se marcó un partido ejemplar. Sin el capitán, le tocó tirar del carro.

El Zaragoza sólo dio algún susto en un par de errores defensivos. Pero ni por ahí. Más peligro creó el Levante UD con los centros kilométricos a Koné. Y nada más. A su equipo le faltó sangre, como comprobó la grada en una acción de Micael. Se negó a tirar el balón fuera con Rubén tendido en el suelo. No hubo reacción de la tropa. Si llega a estar Ballesteros en el campo, se lo habrían «comido».

El partido se animó tras el descanso. Apareció entonces un Levante UD más vertical. El Zhar, poco participativo hasta entonces, también entró en juego. El chavala tiene calidad y desborde, pero le sobra el último regate. A pierna cambiada, funcionó mejor.

Con las fuerzas justas, JIM recurrió al canterano Higón para revitalizar la banda derecha. En el centro, todo parecía controlado. En sintonía, Farinós, Iborra y Xavi Torres imponen su ley en el medio campo.

El Zaragoza no renunció jamás al gol. Lo probó con dos disparos secos, lejanos, de Lafita, bien neutralizados por Munúa. El portero uruguayo no decae. Su labor en la portería esta temporada merece un reconocimiento.

Con muchos minutos por delante, Manolo Jiménez pidió más agresividad a su equipo y buscó más pegada con la salida de Aranda, recién llegado tras su discreto paso por el Levante UD. Orriols respiró hondo, consciente del dolor que produciría un posible gol del gigantón atacante.

JIM no tardó en reaccionar. Dio entrada a Rafa Jordà, inédito en la Liga, y retiró a Xavi Torres. Con los dos equipos apuntalados en ataque, el epílogo del partido fue un fútbol de ida y vuelta, con un final, eso sí, muy emocionante.