Paco Olmos (Valencia, 1970) pasará a la historia del Valencia Basket Club como el técnico que ganó una Copa Uleb en 2003, pero también el que fue destituido dos veces - en 2004 y ahora en 2012-. Ambas salidas, aquella por razones extradeportivas, y ésta por los malos resultados, empañan una hoja de servicios que podría haber sido brillante. Trabajador como pocos, riguroso en su quehacer diario, y exigente hasta límites insospechados, Olmos ha sido víctima de un sistema, el del Valencia BC, en el que la paciencia brilla por su ausencia.

El descalabro del domingo, en la pista del Badalona y que dejó al club sin Copa del Rey, venía larvándose casi desde principio de temporada. Antes tal vez. La confluencia de varios factores, todos ellos negativos, acabó por frustrar el regreso de Olmos a su casa. El valenciano, que buscaba en esta su segunda oportunidad relanzar su carrera en la liga ACB, y triunfar en el equipo de sus sueños, vuelve a estar en un mercado donde es fácil salir pero muy complicado ingresar. Los problemas en el seno del Valencia BC, sin embargo, no desaparecen con él.

Un equipo construido a la baja

La salida el verano pasado de hombres con peso en la pista y en el vestuario, como Dusko Savanovic, Robertas Javtokas y Omar Cook, mermó el potencial de una plantilla que el curso anterior ya había asistido a la marcha de Matt Nielsen y Thomas Kelatti. La reconstrucción del equipo se hizo a la baja, con la excepción del fichaje estrella de Nick Caner-Medley. No hay más que repasar las estadísticas para corroborar las paupérrimas aportaciones de hombres como Rihards Kuksiks. El alero letón, que llegaba con el cartel de jugador revelación del Eurobasket, es hoy por hoy un lastre para el equipo.

Lesiones de gran calado

Lo peor, con todo, han sido las lesiones. Víctor Claver, Vitor Faverani, Florent Pietrus, JAmes Ogilvy, Stefan Markovic... Todos han caído esta temporada, y los dos últimos aún siguen en el dique seco. Algo complicado de entender y más aún de explicar por parte de los servicios médicos. Ogilvy y Markovic pasaron de arrastrar problemas físicos a comunicar el club que ambos jugadores debían mantener varias semanas de reposo deportivo combinado con trabajo de fisioterapia. Así llevan desde antes de Navidad. Se tenía que haber rearmado el equipo por donde se rompía, pero faltó capacidad de reacción, o se optó por obviar la realidad.

Jugadores sin liderato

El efecto Tiago Splitter camufló los puntos débiles del Valencia BC, que ha perdido talento y físico bajo aros. El fichaje del NBA cerró temporalmente una herida que acabó por abrirse y sangrar sin remedio con su regreso a la liga estadounidense. La ausencia de un líder como en su día lo fue Nielsen, o después Savanovic, no la ha cubierto nadie en la actual plantilla. Víctor Claver está a años luz de lo que se espera de un capitán, al menos en cuanto a carácter, y las contínuas lesiones tampoco han permitido que su carrera acabe de cuajar. Lejos de dar un paso al frente, la mayoría de jugadores se ha dejado arrastrar por una inercia negativa

Nula sintonía Olmos-Muedra

A nadie se le escapa, además, que la sintonía entre Toni Muedra, dimitido como secretario técnico pero inexplicablemente en el cargo, y Olmos no era la idónea. Muedra no fue en su día partidario de dejar marchar a Svetislav Pesic, como tampoco de fichar a Olmos. Su apuesta era, y sigue siendo, un entrenador extranjero. Los directivos de la entidad, pese a los informes de Muedra, optaron por la vía nacional y en concreto por Olmos. El que un entrenador se exprese en castellano es un valor de peso en este club. El inglés supone un escollo para hombres como Francisco Raga, director general, y quien tiene la última palabra en las contrataciones por delante del presidente, Vicente Solà. Otro galimatías.