Este fin de semana se certificará en Valencia un nuevo futuro para el juego de pelota a mano a nivel mundial. Se trata de un largo proceso que necesita de amplios consensos. Un deporte al que sólo le une la tradición secular, la pelota y la mano, requiere de grandes dosis de generosidad por parte de todos sus dirigentes. Y en esa estamos. Cuando en tierras valencianas son bien palpables las dificultades para satisfacer a aficionados de tantos ámbitos y modalidades, partiendo de la base de un sagrado respeto a la herencia de diversidad recibida; cuando en tierras vascas ocurre otro tanto, y en Italia, y en América, incluso en el ámbito anglosajón con sus diferentes modalidades de Handball, ha de ser un proyecto nuevo, integrador, que no sea de nadie y que sea de todos, el que alimente un impulso de crecimiento. Y ahí está el juego de la pareteta valenciano, el viejo frontón de pared única, ahora con pelotas sintéticas que no requieren de protección y al que se le nombra como One Wall, probablemente porque el inglés es la lengua franca del siglo XXI. Hace bien la Federación en organizar competiciones para todas las edades. Más de mil millones de potenciales espectadores podrán seguir el próximo campeonato mundial que se celebrará en Dublín el próximo otoño. La nueva WWBA, surgida en tierras valencianas y especialmente impulsada desde Italia, Irlanda, USA y Canadá será el vehículo que transportará la pelota a mano al máximo nivel internacional.