Lo peor de esta temporada, en la que el Levante tocó el cielo en liga y sigue situado en posiciones envidiables, es su aventura copera. Llegar en ella a cuartos de final y jugarlos contra su rival ciudadano ha aportado imprevistos pesares. Al aficionado granota no le gusta que su amigo xoto le de palmaditas en la espalda compasivamente: "No pasa nada, hombre, os hemos eliminado pero estáis haciendo una liga magnífica". El aficionado granota prefiere que el amigo xoto le provoque. Para un enfrentamiento verbal está entrenado y responde con ingenio. Pero no encuentra respuestas ágiles cuando le compadecen. En estos casos se siente mal y puede tener pesadillas viendo su orgullo levantinista en el hospital de las lamentaciones donde le atienden ufanos los orgullos xotos.

Si el Alcorcón hubiera eliminado al Levante hubiera sido mejor, hablando a toro pasado claro está. Porque no se habría inscrito en la historia granota la dolorosa experiencia copera sufrida contra el Valencia. Intentando soslayar el tema pasamos página a la Copa con más ganas que nunca y nos encontramos de nuevo en la liga con "El reencuentro del amigo" título de una estupenda película de Jerry Schatzberg. En nuestro caso el amigo se llama Luis García Plaza y llega hoy al Ciutat de Valencia con su Getafe. Junto a Manolo Preciado es el exentrenador más querido y añorado por la hinchada levantinista. Una hinchada que recuerda su papel protagonista, junto a Quico Catalán y Manolo Salvador, de la etapa más sorprendente y brillante en la historia del Levante. Sus tres temporadas triunfales en el banquillo granota están puestas en el primer puesto del cuadro de honor del levantinismo.

Desde que llegó como entrenador del Levante en julio de 2008 dentro de un ambiente de economía de guerra en el club hasta que se fue en junio de 2011 al Getafe dejó una insospechada serie de éxitos continuados. Con su marcha muchos pensamos en el fin de una etapa levantinista aparentemente insuperable, pero su herencia fue bien administrada por su sucesor Juan Ignacio Martínez quien, demostrando inteligencia y oficio, no la malgastó, sacó buenos réditos de ella y la mejoró hasta llevar al Levante puntualmente al primer puesto de la clasificación. Creemos sinceramente que esta tarde Luis García Plaza puede equivocarse cuando comience el partido y ponerse a dar instrucciones a Iborra o Ballesteros. Lo haría por pura costumbre, por sentirse en casa y reconocer a los jugadores citados como suyos. Pero, de sucederle esta experiencia, sería momentánea y enseguida pondría todo su empeño en derrotar al Levante. Curiosamente este partido contra el Getafe se juega un día antes que el de la temporada pasada en el Ciutat de Valencia, cuando el equipo levantinista iba el último de la tabla y ganó dos a cero. Comenzó en esa jornada su soberbia remontada de la segunda vuelta de la liga en la que llegó a rozar puestos europeos. Esta vez las cosas son distintas y mejores para el Levante que anda en zona de Champions. Como lo son también para el Getafe que está escalando posiciones en la clasificación de manera ambiciosa con el amigo Luis García Plaza. Un equipo al que deseamos ver derrotado esta tarde a pesar del afecto que tenemos a su entrenador. Algo que será posible si el equipo de Juan Ignacio Martínez, recobrada la fe en sí mismo, no le deja ni un momento de respiro. Porque si le deja el Getafe es capaz de sorprenderlo y birlarle los puntos. Y no queremos ni pensar en esta opción.