El día que Nano se despidió del club "granota" rumbo a China, el Levante UD sufrió la derrota más dolorosa en lo que llevamos de temporada. Jugó al fútbol como en aquellas primeras maravillosas jornadas, le puso mucha voluntad y mantuvo su fe en el empate hasta el último segundo, cuando el portero Munúa estuvo a punto de protagonizar la jugada del año. El meta uruguayo subió al área a rematar un córner y en el remate cometió falta, cuando los sanitarios de Orriols se preparaban para atender algún posible infarto en la grada. No hizo falta, porque el árbitro devolvió, a continuación, a Orriols a su mundo con el pitido final. La gente "granota", entonces, lo comprendió todo. La suerte no es una aliada histórica del Levante UD. Una vez, dos como mucho, se le presenta a lo largo de una temporada. Y ya lo hizo el día de la remontada ante la Real Sociedad.

El Levante UD no mereció perder. Su rival planteó un gran reto ofensivo al Levante UD. No fue demérito "granota", sino un acierto del orden táctico de Luis García Plaza, un reconocido estratega que conoce con detalle los registros de su exequipo. Dispuso a sus futbolistas sobre el campo a modo de acordeón: Acumulación de elementos defensivos para blindar su área y despegue colectivo a la hora de mirar al frente. En el Levante UD le funcionó muy bien y ahora, en el Getafe, recoge sus frutos tras un inicio de Liga titubeante. Cuánto sentido tienen las estadísticas. No fallan. Como se preveía, el Getafe va de menos a más y promete una segunda vuelta a velocidad de crucero. Es una cuestión de paciencia, de confianza, de saber esperar. Además, tiene gente de calidad. Güiza, por ejemplo, que fabricó un gol fantástico. Un control de "chicle" entre los dos centrales y sangre fría en el remate.

Hasta el gol visitante, y con más razón después, el Levante UD tomó la iniciativa del juego, con Koné constantemente en el punto de mira de sus compañeros. El ritmo lo marcó otra vez Farinós, que tan bien presiona junto a sus defensas para ahogar al rival que ordena y reparte juego en el campo contrario. Ni eso, ni los movimientos de Rubén, entre los centrales, y de Botelho y El Zhar en las diagonales, le sirvieron al Levante UD para marcar un gol. Ni una rendija abierta para lanzar a Koné, que se pasó el primer tiempo emparedado entre los fornidos Lopo y Cata. Sólo encontró una vez la pelota en condiciones de golpearla, en un chut alto nada más marcar el Getafe.

A los puntos, el Levante UD fue mejor que su rival. Ni en las malas, cuando las lesiones y la entrada de los refuerzos coinciden con la peor racha de resultados de la temporada, decae el conjunto azulgrana. No es un conjunto vulnerable. Sólo le falta chispa para decantar los partidos. Su trabajo de desgaste, ayer, fue titánico. Hasta el último segundo, después de ir a remolque gran parte de la tarde. La faltó pegada ante un rival absolutamente efectivo. Una ocasión clara en el primer tiempo, un gol. Güiza aprovechó una contraataque aislado para desnivelar el partido.

Nadie pudo rebatir la entrega del Levante UD, un grupo voluntarioso en su incansable búsqueda del gol. Lejos de decaer, el conjunto de JIM ofreció un esfuerzo sublime en su intento por levantar el partido. Los primeros veinte minutos del segundo tiempo fueron un acoso sin tregua sobre el área de Moyà, qué aún hoy se andará preguntando cómo consiguió aguantar con la portería a cero. El Levante UD atacó desde todos los frentes, Por el centro, por las bandas, el grupo azulgrana conquistó el área contraria sin descanso. Enfrente, un ejército de camisetas amarillas apagando el fuego durante un largo rato.

El Levante UD mereció el gol y disfrutó de ocasiones muy claras para conseguirlo. Koné estrelló el balón en el larguero, en un remate de espaldas tras una entrega de Ballesteros, el futbolista omnipresente. A Rubén le pudieron las dudas para marcar en un par de ocasiones. Recibió la pelota en condiciones de chutar, pero prefirió recortar con la izquierda y dar tiempo a los defensas antes de probar el disparo con la derecha. También cuesta explicar por qué Óscar Serrano no fusiló al portero en su primera intervención. Le pegó al césped a la hora de chutar desde el área pequeña.

El exrancinguista fue el primer relevo de JIM, que envió a Botelho a la ducha. El brasileño se había quedado desinflado con el paso de los minutos. Por la derecha, El Zhar llevó hasta tres veces el balón al centro del área, una vez descartó la opción de excederse en los pasitos de baile ante su marcador. Demasiada orfebrería.

Visto el panorama, Luis García decidió parar el partido. Su equipo necesitaba un respiro y decidió dar entrar a dos futbolistas pausados, Lacen y Diego Castro, para rebajar los ánimos locales. Objetivo cumplido. El conjunto madrileño durmió el encuentro cuando más lo necesitaba. Hasta que el árbitro señaló el punto de penalti, casi al límite del tiempo, por manos de un defensa. Orriols se levantó de sus asientos, mientras celebraba los cuatro minutos de descuento que aparecían en el cartel del cuarto árbitro.

Con los tres cambios agotados, no era el momento para pensar en la despedida de Nano. Todo el equipo se fue en busca del empate en los últimos minutos, en los que el Getafe estuvo a punto de derrumbarse ante el empuje "granota". El sueño no se cumplió.