Corría el minuto 65 cuando todas las miradas de Castalia abandonaron el césped para dirigirse al palco del feudo albinegro. Allí, Pelegrín Monzón, la mano derecha de Fernando Miralles, había subido a toda prisa las escaleras de la grada de Tribuna para intentar agredir a un aficionado que supuestamente le estaba insultado. Pero, después de que su intento de agresión no lograra su objetivo, el seguidor le respondió con un puñetazo que le causó una herida en el ojo izquierdo.

Ante la ausencia del máximo mandatario albinegro, Fernando Miralles, Monzón había tomado la decisión de presidir el encuentro. El empresario de Figueroles, avisado por la actitud de Castalia de semanas anteriores, había preferido no asomarse para que las iras de la afición no recayeran sobre él. Así, había dejado a su subordinado sólo ante el peligro para enfrentarse a una grada que, durante semanas, ha ido acumulando rabia y rencor contra unas personas que están llevando al club hacia la deriva.

Incluso antes de que se iniciara el partido, Monzón había visto como se desplegaba una pancarta en el fondo norte en el que se podía leer Libertad para el CD Castellón. Un primer toque de atención para Miralles y los suyos que fue refrendado con la cerrada ovación que dirigieron los aficionados a los jugadores orelluts cuando saltaron al césped. La afición dejaba claro, una vez más, del lado de quién está.

Así se fue desarrollando el partido, hasta que saltó la chispa en la grada. Llegado un momento, Monzón no pudo aguantar más y decidió tomarse la justicia por su mano. Era un incidente que se esperaba desde hacía semanas y que ya se había podido producir cuando Fernando Miralles pidió la presencia de la Guardia Civil en el enfrentamiento contra el Atlético Saguntino, disputado a principios de enero. Tampoco habría sido extraño que se hubiese producido hace quince días, cuando el empresario se marchó a mitad del partido contra el Ribarroja.

Monzón abandona el palco

Una vez que, con la presencia de la Policía Local y la ayuda de los aficionados, se separó a Monzón y a su contendiente, la mano derecha de Miralles aun quiso volver a sentarse en el palco. Pero, ante lo encendido de los ánimos, los agentes de seguridad le pidieron que se marchara. También tuvo que abandonar el campo el hombre que agredió a Monzón.

Una vez que amainó la tormenta y volvió la tranquilidad a la Tribuna, las miradas regresaron al césped. Era ya casi el minuto 75 cuando se dio por finalizado el incidente. Pero, el mensaje había quedado claro: el Castellón no quiere a Miralles. Pero, la imagen del Castellón, una vez más, se ha vuelto a ser dañada.