A empujones y con poca vistosidad, el Valencia resolvió ayer en Mestalla su asunto más urgente: ganar, reencontrarse con la normalidad. No lo hacía en Liga desde el 18 de diciembre, en el lejano triunfo contra el Málaga, y arrastraba además la amarga decepción de la eliminación copera contra el Barcelona. A pesar de los defectos de un fútbol casi telegrafiado, con el que desafió por momentos la paciencia de la grada, acabó goleando en el descuento a un Sporting dócil y plano, que no manifiesta mejoría alguna sin Manolo Preciado y que sufrirá para eludir el descenso. Una tarde balsámica y de reconciliación, que entre otros rescató a Feghouli. El argelino, una de las dianas en la derrota del Camp Nou por su expulsión infantil, estuvo presente en los dos primeros goles y fue aplaudido al ser sustituido. La necesidad imperiosa de ganar se redondeó con los tropiezos de los rivales directos, con los que se abre de nuevo brecha.

La alineación era una firme declaración de intenciones de un partido físico y vertical, de pocos trámites. Tino Costa abría el juego a las bandas, donde las combinaciones de Miguel y Feghouli, Jordi Alba y Mathieu, acababan inevitablemente en centros a las cabezas de Aduriz y Soldado, las dos claras referencias del equipo en ataque. Tres ideas básicas repetidas con insistencia convirtiendo el juego sencillo de los locales en un fútbol muy previsible para defender, por parte del Sporting, que solventaba el peligro con un repliegue ordenado. Fue Aduriz quien llegaba a opciones de remate, con dos cabezazos en posiciones muy forzadas. La primera llegada clara fue en la primera ocasión en la que la pelota circuló por el piso hasta el final de la jugada. Albelda combinó con Feghouli y Aduriz remató con un derechazo a bocajarro que se fue desviado por poco. Era la única acción que rompió un partido monótono, ausente de creatividad y que llevó a Mestalla a murmurar su preocupación cuando el Sporting comenzó a estirarse y probar a Guaita con un disparo lejano de De las Cuevas, cómodo ante la ausencia de cualquier defensa que le cerrara el paso.

Pero en otra jugada vertical el Valencia encontraría su premio. Tino Costa, desaparecido hasta ese momento, rompió las costuras de la defensa visitante con una apertura en profundidad a banda de Tino Costa, a la galopada de Mathieu. El lateral francés, no centró esta vez al bulto, levantó la cabeza, vio que Aduriz y Soldado arrastraban a los centrales y dejaban un hermoso hueco libre por el punto de penalti por el que apareció Feghouli. El argelino es un futbolista de impulsos anárquicos, para lo bueno y lo malo. Administra su clase a golpes de intuición poco provistos de madurez. En esta ocasión, Soso se descolgó por el centro, chutó con rabia, marcó y aplacó la creciente ansiedad colectiva de Mestalla.

El gol no varió el ritmo monótono del Valencia, pero no evitó que los de Emery contaron con una oportunidad inmejorable de cerrar el encuentro, en el añadido de la primera parte. Albelda se inventó un pase bombeado que rompió la salida del fuera de juego de la zaga asturiana. Aduriz se quedó solo, pinchó el balón con un buen control y picó ante la salida de Juan Pablo. La pelota se marchó fuera, llorando a saltitos, pegada al poste.

Sucesión de ocasiones

En la segunda mitad el Valencia tampoco lograba trenzar un fútbol asociativo y empezaba a mostrar señales de su innata capacidad para complicarse la vida innecesariamente en defensa, dando cancha a un Sporting muy limitado, que no tomaba prestadas las concesiones locales. A pesar de todo, no faltaron ocasiones. Se explotó un recurso que se había despreciado en el primer acto, con los disparos en llegadas de media distancia. Tino Costa empaló un rechace que se encontró con una parada soberbia de Juan Pablo. El propio Tino corrió a por el despeje centró y Aduriz, de nuevo en boca de gol, remachó fuera, en su tercera oportunidad de gol clara. El vasco, ayer gafado con la puntería, fue ovacionado en su cambio por Jonas. Se había vaciado a correr, participar y chutar.

El mediapunta brasileño participó en el gol de la sentencia, tocado de fortuna. Un taconazo con clase rematado por Feghouli y desviado a gol por Botía. Con el tanteo resuelto, al partido le quedaban asuntos personales, como la pelea de Soldado con un gol que se le resiste en las últimas jornadas. El 9 dispuso de un libre directo y un triple disparo, desbaratado por dos veces por Juan Pablo y una por el larguero. El talento de Jonas, con un rival definitivamente rendido, emergió en el tramo final. El mediapunta reactivó el juego de ataque de su equipo y se sumó con acierto al remate. En tiempo de descuento, marcó dos goles, que no quiso celebrar, uno de cabeza y otro batiendo con clase a Juan Pablo. Una goleada que sin huir de sus interrogantes permite al Valencia respirar antes de visitar al duro Stoke City.