Gerard S. Ferrando

valencia

?El Ciutat de València era un hervidero de cohetes y mascletaes justo cuando los aficionados del Levante salían, todavía algo incrédulos, del encuentro ante el Villarreal. Frases como "lo de hoy, histórico", "mejor imposible", o "ahora, a comer a gusto" se escuchaban entre unos aficionados que acababan de ver como su modesto equipo derrotaba, una vez más, a un club con mucho más presupuesto y lo hacía, además, con una falta directa en el último minuto.

Poco antes, las banderas ondeaban por casi todo el estadio, casi porque los 1.000 aficionados amarillos se habían quedado helados tras el gol de Xavi Torres. Y nada más pitar Clos Gómez el final, los abrazos se hicieron generales mientras que los jugadores saludaban desde el centro del campo.

"Rubén, Rubén" gritaban los seguidores en homenaje a un jugador muy querido que, pese a contar con pocos minutos, está teniendo un gran rendimiento. Ayer, una falta suya resultó decisiva y su renovación podría cerrarse en los próximos días.

Ya nadie se acordaba entonces, afortunadamente, de pitar a un árbitro que sí se había llevado una sonora reclamación cuando se retiró a los vestuarios al descanso. De hecho, durante la fría primera mitad las pocas reacciones de la grada local vinieron propiciadas por las extrañas decisiones del colegiado que veía faltas azulgranas donde no las había y se olvidaba de señalar otras visitantes que sí eran claras. Un recorte espectacular de Ballesteros, y la posterior agresión de Marco Rubén, que no fue sancionada con tarjeta, enervó a una grada que no consentía que nadie tocara impunemente a su mayor referente.

Ovaciones y pitadas

La afición mostró ciertos presentimientos que se acabaron verificando. Primero, al aplaudir sonoramente a un Rubén que sería decisivo en positivo. Y luego, al pitar también de forma ostentosa, a un Marchena que lo sería también, pero en negativo al ser expulsado tras una patada de escándalo a Valdo. Falta tras la cual el Levante marcó y se desató una auténtica locura en el Ciutat de Valencia.

Nadie podía imaginar que el equipo podría tener 41 puntos a mediados de marzo, pero eso ya es una realidad y el discurso de la permanencia, ahora sí, empieza a quedarse desfasado.

La afición azulgrana se comió ayer una de las paellas con mejor sabor de los últimos tiempos y afrontó los dos últimos días de fallas con el mejor humor posible y con ganas de seguir viendo a su equipo en casa el próximo domingo. Sí porque el miércoles, a las 20 horas, juegan ante la Real Sociedad en San Sebastián y el domingo reciben, a las 16 horas, al Osasuna en un partido donde se presume otra gran entrada para disfrutar de este histórico equipo.