¿Es rentable para Valencia la Fórmula 1? Esa es la pregunta del millón. El interrogante es difícil de contestar debido a la opacidad del Consell. Por no saber, no se conoce a ciencia cierta ni el montante del canon que paga la Generalitat al magnate Bernie Ecclestone por las siete carreras contratadas — que se estima en 184 millones de euros— y que cada año crece un 10%, ni el coste exacto de la construcción del circuito urbano, que superaría los 100 millones de euros. Lo único cierto son los informes de impacto económico de los tres primeros grandes premios que elaboró el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) por encargo de la Conselleria de Economía.

Estos estudios, dirigidos por el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, destacan que el efecto multiplicador de la inversión de la Generalitat y el gasto turístico realizado en Valencia generó un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) o en la renta de la Comunitat Valenciana de 174 millones de euros entre 2008 y 2010. Así, el valor añadido de la primera carrera, que fue mayor debido a la construcción del circuito del puerto, fue de 122,4 millones de euros, mientras que el impacto sobre el PIB valenciano de los grandes premios de 2009 y 2010, que precisaron de menos inversiones, se redujo a 27,5 y 23,8 millones respectivamente.

El otro efecto beneficioso sobre la economía que analiza el IVIE es el número de empleos que se crean o se mantienen gracias al gran evento. Los tres grandes premios, los dos primeros celebrados en agosto y el tercero ya en la fecha actual de finales de junio, según el estudio de impacto ayudaron a crear o mantener 6.832 empleos equivalentes año. Estos puestos de trabajo se habrían repartido de la siguiente forma: 4.859 el primer año, debido otra vez a las obras, 1.074 en 2009 y 899 en 2010.

Sin embargo este efecto multiplicador de la cuantiosa inversión pública en la Fórmula 1 está en entredicho desde que el año pasado la Generalitat dejó de encargar al IVIE el análisis de los beneficios generados por el circo de las cuatro ruedas en la economía valenciana. La decisión se tomó cuando los cálculos mostraban una caída en más de un 13% del impacto de la F1 en el PIB valenciano.

Así, a falta de estudios serios sobre los resultados del gran premio de 2011, las espectativas de carrera de este fin de semana, la primera que gestiona directamente la Generalitat tras el fiasco de Valmor Sports, han perdido gas con respecto a las anteriores ediciones. Para reducir los costes de montaje de las gradas y del circuito —8,7 millones de euros en 2010 según el estudio del IVIE— se ha reducido el aforo de la prueba en un 60% si se comparan las 45.000 entradas de este año con las más de 115.000 de 2008. La caída de público afecta principalmente al aficionado español, cuya presencia en las gradas ha caído un 77%, mientras que este domingo se espera que en el circuito haya un 36,5% menos de extranjeros.

La afluencia de visitantes a Valencia atraídos por la Fórmula 1 no es baladí, pues el dinero que se dejan en el Cap i casal suponía en 2010 el 58,5% del total del gasto atribuible a la celebración del gran premio. Este gasto turístico, apuntan las cuentas del IVIE, generó un crecimiento de 11,3 millones en la renta —el 48% del impacto generado por la F1 en el PIB valenciano — y fue el responsable del 58% del empleo generado o mantenido por el gran premio. El sector servicios es el más beneficiado, principalmente la hostelería, que concentra el 85% del impacto en términos de renta y el 86% en empleo.

Hace dos años, añade el estudio, el gasto medio en Valencia de cada asistente a la Fórmula 1 oscilaba entre los 600 euros al día de los 2.000 invitados VIP de la empresa de Ecclestone a los 125 euros/día que se dejaba de media el turista extranjero y los 153,9 €/día del visitante nacional. A todo esto habría que sumar el gasto total que hicieron los 75 yates de lujo que atracaron en la Marina del puerto de Valencia, que se estimó en 0,8 millones de euros.

El «top secret» del Consell

Pese a todo, se hace difícil conocer si la F1 ha sido o sigue siendo rentable mientras el Consell silencie cuánto le cuesta. Economía no ha contestado a la petición de Levante-EMV de poder consultar los informes del IVIE y al grupo socialista de las Corts le facilitó el de 2010 con las hojas de la inversión veladas por la palabra «confidencial».

Aun así, si se suma solo el canon de las tres primeras carreras, la inversión en el circuito y los 35,3 millones de deudas que acumulaba Valmor Sport después de tres años organizando el gran premio y que la Generalitat asumió al comprar la empresa, el coste mínimo de estos tres grandes premios rondaría los 199,5 millones de euros. Si se compara esta cantidad con los 174 millones de valor añadido generado por las tres carreras, la relación es de 87 céntimos de impacto en el PIB por cada euro gastado por la Generalitat.

Un «pretexto» para la «gentrificación» del frente marítimo de la ciudad

El doctor en Geografía y profesor de la Universitat, Luis del Romero, es un estudioso del llamado «urbanismo espectáculo». Es decir de los grandes eventos como motor de cambio urbanístico y los conflictos sociales que generan. Así, ha analizado el impacto urbanísticos de la Expo de Sevilla, las Olimpíadas de Barcelona o la Copa del América de Valencia. Del Romero ve la Fórmula 1 «como la consolidación de la estrategia de mega eventos deportivos que la Generalitat inició con la Copa de la América para convertir el puerto de Valencia en un destino internacional para el turismo de lujo.

El geógrafo destaca que estos dos grandes eventos «han servido no sólo para crear una nueva imagen de la ciudad, sino para acometer una transformación urbana del área del puerto que hubiera sido imposible en circunstancias normales». Así, continúa, el gran evento «es un pretexto» que debido a las sinergias de grupo que genera y a la atención mediática «permite que la población tolere la privatización de espacios públicos».

«El papel jugado por la Administración valenciana en esta transformación urbanística —añade— a base de grandes eventos ha catalizado la ‘gentrificación’ del frente marítimo de Valencia». Es decir las inversiones en el puerto aceleran el aburguesamiento de los barrios de obreros y de pescadores próximos, al hacerlos más atractivos para las capas altas al mismo tiempo que expulsa a las más desfavorecidas debido al incremento del precio de la vivienda —que durante la Copa del América se encareció en 300 euros el m2 en la Malva-rosa—. Del Romero cuenta que las grandes urbes como Valencia favorecen la «gentrificación» con el fin de «frenar la sangría fiscal que supone que las clases medias y altas huyan de la ciudad».