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"Subir al podio es imposible", dijo Fernando Alonso el pasado sábado, después de quedar relejado a la undécima posición en la parrilla de salida del GP de Europa. Veinticuatro horas después, el piloto asturiano lloró emocionado desde lo más alto del cajón, mientras escuchaba el himno de España. No se recordaba a un Fernando Alonso tan espontáneo y natural como el que ganó su primer Mundial, en 2005, en Interlagos. Aquel día mostró una reacción de rabia, de rebeldía por todo lo que tuvo soportar para ganar el título. Esta vez, en Valencia, su gesto fue de absoluta alegría, de satisfacción por haber firmado una carrera increíble, sólo al alcance de los más grandes.

La fama de tipo frío y distante que persigue a Fernando Alonso ha sufrido cambios este fin de semana en Valencia. El jueves se metió a los aficionados en el bolsillo por su compromiso con sus seguidores en la firma de autógrafos. Llegó contento a Valencia y se marchó ayer como el hombre más feliz del mundo. Alonso desnudó sus sentimientos nada más terminar la carrera. Tomó la bandera de España que le ofrecieron los comisarios de curva y dio la vuelta de honor, con la insignia al viento, al estilo de los campeones de motociclismo. Después, paró su Ferrari en la tribuna del Balcón del Grao, desplegó la tela sobre el asfalto y celebró el triunfo con el público. Los ocupantes de la grada afortunada, en el "pico de pato", no podían creerlo. Alonso se limpiaba la primeras lágrimas al asumir su épica. Un coche de la organización tuvo que ir a recogerlo para llevarlo al podio, donde Raikkonen y Schumacher le esperaban para recibir los trofeos.

Fue subirse al cajón y escuchar el himno de España cuando Alonso rompió a llorar. Arqueado, apoyados los brazos sobre las piernas, el asturiano saboreó el momento. "Sobre todo me emocioné por la gente de las gradas. España no está pasando por su mejor momento, con la crisis y todos los problemas que tiene la gente. Muchos hacen un gran esfuerzo por venir y sentía que les debía algo", explicó el piloto, que sacó su vena patriótica. "La gente española está atravesando momentos difíciles. El sábado, gracias a la selección española de fútbol, vimos banderas en las ventanas y en las calles. Se nota un sentimiento de orgullo del pueblo español hacia sus deportistas. Hacia (Rafael) Nadal, hacia la selección de fútbol. Sentía la necesidad de hacer algo yo también hoy (por ayer), señaló el bicampeón del mundo.

El triunfo de Alonso fue el triunfo de la confianza. De la fe en la grandeza deportiva. "Hasta la bandera a cuadros, todo puede pasar. Es otro ejemplo de que lo que pasa los viernes y los sábados puede no tener nada que ver con el domingo. Hoy (por ayer) hasta las dos de la tarde, el fin de semana estaba siendo malo. Ahora el fin de semana es muy bueno. Es algo que debemos recordar siempre. Que hasta la última vuelta en una carrera hay que ser positivo y creer en uno mismo", dijo.

Fernando Alonso, que se ha situado en una óptima posición para conquistar su tercer mundial, valora la victoria de ayer como la más emotiva de su carrera. "Ha sido una victoria tremenda, ganar en tu país. Quizá la más emotiva, porque una ceremonia en el podio en tu país no tiene parangón con nada. Siempre nos apoya el público a muerte cuando corremos en España. Esta victoria es aún difícil de explicar para mí. Aunque en términos de conducción o pilotaje puede que las haya habido mejores que esta", indicó.

Alonso no se sintió ganar hasta que alcanzó la línea de meta. "Durante la carrera no hubo sólo un momento decisivo. Seguramente hubo cuatro o cinco que pudieron haber cambiado nuestro resultado. Probablemente la salida y la primera vuelta fueron realmente agresivas. Casi toqué, en la primera curva y en la cuarta, a dos coches", dijo. "Tuvimos suerte ahí y en algunos adelantamientos, sobre todo en el de Grosjean, que fue muy arriesgado. Nos tocamos después de las dos primeras curvas. Ahí piensas que ha podido pasarle algo al coche y hasta la siguiente vuelta no vi que todo estaba bien", dijo.