La temporada acaba de empezar y con ella los goles, la pasión por ver a los ídolos, pero también el «odio» hacia los villanos. Los insultos, un año más, formarán parte del entorno del fútbol desde los duelos estelares entre el Madrid y el Barca, el primero de los cuales llega hoy, a los encuentros más modestos entre equipos de jóvenes canteranos. Pero ojo, la ley contra la violencia, el racismo y la intolerancia en el deporte del 11 de julio de 2007 tipifica como muy grave, grave o leve, en función de las circunstancias, no solo los altercados sino «la entonación de cánticos, insultos...» que constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo.

De hecho, el aficionado del Valencia CF José Luis Pérez se encuentra a la espera de que prospere el recurso de su abogado para no tener que pagar los 4.000 euros y sufrir la privación por seis meses de entrada a recintos deportivos que le impusieron tras una denuncia realizada por la Policia Nacional después del partido de la Supercopa de España entre el Valencia CF y el Real Madrid disputado en Mestalla el 17 de agosto de 2008. Los agentes indicaron que José Luis y al menos otras tres personas más estaban gritando «madridistas hijos de puta»?y «Guti, Guti, maricón» mientras los futbolistas del club blanco subían al bus en la Avenida de Suecia después del encuentro.

Su letrado, Agustín Amorós, del bufete Ruiz Crespo de Valencia, defiende también a Javier Pérez, hermano menor de José Luis, que fue condenado por los mismos hechos, pero cuya sentencia, después de ser recurrida varias veces, quedó anulada el pasado mes de marzo por lo que se libró de pagar los 2.000 euros y de cumplir cuatro meses de privación de acceso.

No obstante, el letrado, que ha adjuntado dicha sentencia en el caso de José Luis, advierte de que el caso podría haber sido muy complicado de no haber sido porque la acusación incurrió en «un error en la tipificación de los hechos». O lo que es lo mismo, en vez de aplicar el artículo 2.1, c) en el que se castiga «la entonación de cánticos», se refirieron al 2.1, a) que habla de «la participación en altercados, riñas, peleas o desórdenes públicos en recintos deportivos o sus aledaños...».

Ni José Luis ni su hermano participaron en altercado alguno. Es más, ellos siempre han negado que realizaran dichos insultos, con lo que el Tribunal Superior de Justicia ya ha liberado al menor de toda responsabilidad y tal vez haga lo propio con el mayor. O al menos, así lo espera su abogado.

Salvado por los pelos

Hay que recordar que, además de basarse en este error de forma, en sus alegaciones siempre han dicho que los cánticos «se entonaban por la multitud allí congregada». Y agregaban que «resulta inverosímil que en un ambiente tan bullicioso y vociferante, los firmantes del acta se ratifiquen sin ningún tipo de duda» en que sus clientes eran los autores.

Otra cosa hubiera sido, en cambio, si se hubiera aplicado el otro punto del artículo. En este caso, como avisa Agustín Amorós, «los cánticos pueden considerarse infracción muy grave, grave o leve, en función de las circunstancias». Esto, a efectos prácticos, significa que la sanción puede oscilar entre los 3.000 y los 60.000 euros, con las consecuencias dramáticas que puede suponer para una familia media española.

Amorós, avisa del peligro al que muchos se exponen: «Con la ley en la mano, cánticos que a todos nos suenan muy conocidos pueden ser sancionados con dureza, y, tratándose de meras expresiones, resultarán extraordinariamente difíciles de defender una vez se reflejan en un acta por parte de agentes de la autoridad, al gozar estos de presunción de veracidad», recuerda.

Así que si van al fútbol, o a otro deporte, animen, canten, griten, salten de emoción, pero no insulten y, si lo hacen, háganlo tan solo de pensamiento, por si acaso.

Las redes sociales las carga el diablo

Si acudir a un recinto deportivo e insultar al rival, al árbitro o a quien sea, es más grave de lo que muchos creen, hacerlo a través de internet, concretamente, mediante una red social como Twitter, no lo es menos.?De hecho, ya se han producido sentencias en diferentes países. Por ejemplo, el tan deseado delantero Neymar fue condenado en noviembre del año pasado a pagar 8.108 dólares al árbitro Sandro Meira al que tildó de ladrón por Twitter.?Concretamente puso: «Juez ladrón va a salir de patrulla». El punta brasileño alegó que le había dejado el móvil a un amigo pero ni eso le salvó así que ojo con usar esta excusa. Más grave aún es el caso del aficionado inglés Liam Stancey que fue condenado a 56 días de cárcel por publicar en su perfil «(Carcajadas) ¡Muamba está muerto!» cuando el jugador congoleño se debatía entre la vida y la muerte. s. f. valencia