Una lesión de rodilla en la final de la Copa de Europa de 1975 contra el Leeds United acabó con la carrera de Uli Höeness a los 27 años. El Bayern de Múnich perdió a su mejor delantero pero, apenas cuatro años después, encontraría en este lenguaraz hijo de un carnicero al director general que, junto al tótem Beckenbauer y Rummenige, encumbraría al club bávaro a ser conocido como "Rekordmeister", el campeón absoluto, una institución hegemónica en todos los niveles.

Nada altera el dominio de los muniqueses, primer rival del Valencia en la presente Liga de Campeones. Ni grandes decepciones como las dos últimas finales de Liga de Campeones perdidas contra Inter y Chelsea, que el título en la Bundesliga se haya abierto en la última década a Borussia Dortmund, Werder Bremen, Wolfsburgo o Stuttgart, o los escándalos sexuales de algunos de sus jugadores, que sirven de carnaza para el sensacionalista "Bild", afectan al club más admirado y odiado de Alemania. Renació financieramente en los años 80, cuando Höeness olió que el futuro transitaría en el pago por visión televisivo y la explotación del marketing. Con la estabilidad social que le da su masa social en la próspera región de Baviera, propietaria de más del 80 % de las acciones, la mudanza del Olympiastadion al moderno Allianz Arena ha acabado por afianzar su posición emergente en el fútbol mundial, solo por detrás de otras multinacionales como Real Madrid, Barcelona y Manchester United. Desde su inauguración en 2005, el coliseo diseñado por Herzog & De Meuron ha agotado todas las entradas. El nuevo estadio ha representado aquello que Juan Soler vaticinó para el futuro campo del Valencia, con las obras varadas desde 2009: una máquina de hacer dinero. En las previsiones del club, en 2018 ya se habrá devuelto el préstamo -que vence en 2025- para la construcción del Allianz.

El actual Bayern conserva el gen competitivo inherente al fútbol alemán, pero no es ni de lejos aquel equipo, veterano y con oficio, con el que se enfrentó el Valencia en la final de la "Champions" de 2001. Este Bayern, distinguido por el buen toque y vocación atacante, es heredero del nuevo fútbol combinativo de la multicultural selección alemana y de la rejuvenización que su anterior técnico, Louis Van Gaal, realiza por cada equipo por el que pasa. Como hiciera en el Ajax con Kluivert o en el Barça con Xavi, el técnico holandés consolidó a Alaba, Badstüber, Müller y Kroos. El Bayern también realiza incorporaciones millonarias pero, sin sucumbir al derroche de otras potencias, elige cuidadosamente sus objetivos, valorando las necesidades deportivas y la disponibilidad económica, supervisada por un Consejo de Vigilancia del que forman parte ejecutivos de Audi, Adidas o Volkswagen. Con ese proceso se fichó a Ribéry, Robben y Mario Gómez. Este año, Heynckes necesitaba un mediocentro que pudiera ser defensa y supiera tocarla: Javi Martínez era el elegido y se pagaron los 40 millones de su cláusula. Golpes sensatos de talonario.