Las posibilidades de pasar a octavos de final del Valencia se ajustarán al guión imaginado tras saberse el sorteo. El conjunto de Mauricio Pellegrino deberá confirmar su superioridad contra el Lille y el BATE Borisov. Anoche, en Múnich, se le escurrió un partido que nunca fue suyo y que quedó marcado por los propios errores. El Bayern, superior y manejando siempre la iniciativa, marcó en dos de las muchas concesiones del Valencia. Faltos de convicción, los blanquinegros dejaron escapar la primera mitad, reducidos por su timidez, por las imprecisiones de su fútbol, aún sin identidad, por el escenario. En la segunda mitad, cuando se dio cuenta que el Bayern no era tan fiero, volvió a meterse en el partido, sin un juego armonioso pero agresivo y vertical, con alma. Sin embargo, otra fatal pérdida de balón, en el tramo final, condenó todo atisbo de reacción. El Bayern, con su clásica contundencia, no perdonaría.

En los primeros minutos se vio un Valencia con intención de mantener desplegadas las líneas y de jugarle al Bayern, en su estadio, de tú a tú, con el respeto justo que reclamaba Pellegrino en la previa. Las circunstancias, con el mínimo empuje del Bayern y la propia falta de convicción, fueron encogiendo instintivamente al Valencia, preocupado en mantener las líneas juntas y las ayudas a Pereira y Cissokho en los duelos individuales con Ribéry y Robben, no regalar opciones fáciles de disparo y, básicamente, dejar que el cronómetro avanzara sin que se acumulasen noticias en contra.

Cierto es que el Bayern no generaba excesivo peligro, salvo en una primera ocasión de Kroos dentro del área, un remate franco tras una acción en solitario de Ribéry. Pero nada en el encuentro invitaba al optimismo porque, con la pelota en los pies, el Valencia se diluía, no era capaz de controlarla más de un minuto, más de cinco pases seguidos. Un defecto propio de equipos en construcción, como es este Valencia, pero que comienza a convertirse en un factor preocupante por su reiteración en los últimos encuentros. Sucedió anoche, como en la segunda parte del Bernabéu y en los 90 minutos del Camp Nou, contra conjuntos con una mayor calidad técnica, pero también se apreció en Mestalla ante el Celta. Con un doble pivote condicionado por las lesiones, la pareja formada por Tino Costa y Parejo no acaba de darle un toque concreto al fútbol del Valencia. Contiene poco, con una presión no del todo agresiva, y de momento no tiene capacidad de construir juego e imponer argumentos al rival. La desconexión con Feghouli, Jonas, Guardado y Soldado es evidente.

Por lo tanto, no era de extrañar que el Bayern, a poco que se desatara, comenzara a asediar la portería de Alves. El Valencia facilitó la tarea a los bávaros, con pérdidas de balón en entregas sencillas, en zonas prohibitivas. Con la potencia de Javi Martínez, Kroos y Schweinsteiger, y los movimientos asociativos entre Ribéry y Robben, a pierna cambiada y recortando hacia adentro, el monólogo local, a falta de un mayor protagonismo de Pizarro „titular por la lesión de Mario Gómez y las molestias de Mandzukic„, iba a ser completo. Como en cada partido en situación de inferioridad, la emoción se aguantó con las apariciones felinas de Diego Alves, en disparos desde la frontal de Kroos y Ribéry.

El Valencia, sin abandonar su timidez, apenas tuvo una opción de contragolpe, iniciada por Soldado en dirección a Feghouli, en la primera ocasión en la que pudo encarar a Badstüber, uno de los duelos que se podía decantar a favor de los visitantes.

Una nueva pérdida, esta vez de Jonas, dio paso a lo inevitable, al primer gol del Bayern. Robben, director de la jugada, vio la incorporación de Schweinsteiger, que remató a placer. Su disparo, con un extraño efecto al ser desviado por Cissokho, descolocó a Alves y puso en ventaja a los muniqueses.

Animosa segunda mitad

Tuvo que comenzar la segunda parte para que el Valencia chutara por primera vez a Neuer. El equipo de Pellegrino comenzó a explotar, mínimamente, sus mejores argumentos, entre los que se encuentran los disparos de media distancia de Tino Costa. El meta internacional alemán tuvo que responder ante dos zurdazos del argentino y despejó con dificultades un envío de Cissokho. Como sucediera contra el Barcelona, el Valencia, más decidido y vertical, era capaz de poner en aprietos a su rival. La aproximación más clara vino con una contra, bien trenzada por Feghouli, que tras un par de recortes cedió a Tino, con la portería de frente, perfecto para romper la pelota. Con todo a favor, extrañamente abrió a la izquierda, donde se encontraba en fuera de juego, Ricardo Costa, que había cruzado el campo.

Heynckes movió el banquillo con la entrada de Mandzukic en ataque, y el Bayern, con espacios, contó con alguna ocasión, con protagonismo de Kroos, al que Alves desvió otro disparo y que reclamó un posible penalti de Parejo. Sin embargo, el encuentro iba impregnándose de los colores de la senyera. Los cambios efectuados por Pellegrino, con la agresividad de Valdez y el atrevimiento de Viera, alimentaron el descaro valencianista. Feghouli, tan imprevisible, sería el protagonista. Tuvo la gran ocasión, al recoger un pase al espacio de Soldado y ganarle la espalda a Dante, pero su disparo fue desviado a córner por Boateng, al cruce. El extremo argelino también apareció en el segundo gol del Bayern, el que enterraba toda esperanza. Una mala entrega de Soso acabó con el enésimo disparo desde la frontal de Kroos, que la mandó a la escuadra.

Al partido, ya sentenciado, le iba a quedar vida en el tiempo de descuento. A centro de Viera, Valdez conectó un impetuoso remate de cabeza, con el que redujo distancias. Luego Alves desviaría a Mandzukic un claro penalti de Rami (expulsado) sobre Robben. Dos detalles que no sirvieron para levantar el partido pero que pueden ser provechosos en un posible «goal average» futuro.