El Atlético Osasuna es el equipo con el nombre más curioso de la Primera División. Está compuesto de una palabra en español, Atlético, y otra en euskera, Osasuna. Sinceramente opinamos que sería más lógico llamarse Athletic Osasuna. Imaginamos la hilaridad generalizada que habría si llevara el nombre completo en español y se llamara Atlético Salud. Porque «salud» es la traducción literal al español de «osasuna» en el diccionario.

Los antecedentes de las visitas granotas a Pamplona son poco estimulantes. Salvo dos victorias, en 1998 y 2004, y un empate en 2010, el equipo levantinista ha caído derrotado en ocho ocasiones, la primera de ellas por siete a cero en 1942. En la pasada temporada el Atlético Osasuna rompió la imbatibilidad inicial del Levante ganándole dos a cero en la jornada once. Lo recibió con aires de víctima, igual que lo hará hoy. No hay que fiarse del equipo pamplonica a pesar de su delicada posición en la tabla. Animados por sus incondicionales seguidores rojillos y dirigidos por el astuto Mendilíbar sus jugadores nunca se rinden.

Un buen resultado permitiría al Levante afrontar con más confianza en su capacidad competitiva los dos siguientes encuentros que le esperan en el espacio de una semana. El jueves próximo en Hannover y el domingo por la mañana en el Ciutat de Valencia ante sus rivales xotos. Por lo visto hasta el momento el Levante ofrece motivos para confiar en su futuro. Sobre todo desde la llegada de Martins, el tercer delantero negro de la más reciente historia levantinista, que se mostró goleador desde que salió al terreno de juego frente a la Real Sociedad. Marcó el soberbio gol de la victoria y un veterano seguidor granota de 82 años, de iniciales V. D., falleció tras celebrarlo. Dedicadas a su memoria transcribimos unas líneas de un relato de Roberto Fontanarrosa, el que fue un admirado escritor de fútbol argentino, titulado «19 de diciembre de 1971». En él cuenta que, después de marcar el delantero Aldo el gol de la victoria de Rosario Central ante el Newell´s Old Boys, el viejo Casale, hincha del Rosario al que habían llevado los amigos a ver la importante semifinal del Torneo Nacional, murió en la grada. Y Fontanarrosa escribe: «Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre!! Así se tenía que morir que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno ha de elegir la manera de morir yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa».