El próximo domingo se correrá la 32 edición del maratón de Valencia que desde el año pasado se denomina maratón Divina Pastora Valencia. Muchas son las historias que ha generado el hecho de atreverse a correr 42.195 metros. Lo que hace 30 años parecía una chifladura de cuatro gatos, más propia de alguna persona no muy sensata, ha pasado a ser para miles de personas un reto personal que en algunos casos, como el de Sonia Napolitano, ya ha superado los 160 maratones, y José Caballer los 195. Una pareja que viven por y para la carrera a pie.

A lo largo de este tiemmpo, estos son algunos de los episodios que han quedado en la pequeña o gran historia de la competición:

1981: Los 640 locos o visionarios

Estamos a 29 de marzo de 1981. Son las 8:30 horas y en la Alameda de Valencia bullen algo más de 600 atletas que van a participar en una prueba un tanto especial. Correr 42.195 metros. La inmensa mayoría de los participantes nunca han cubierto esta distancia, pero desde hace meses la S.D. Correcaminos se ha lanzado a la organización de esta prueba, imitando lo que ya acontece en ciudades como Boston, Nueva York, Madrid o Barcelona. Esta carrera es bautizada con el nombre de Maraton Popular de Valencia, y entre los familiares y amigos que acompañan a los participantes hay caras de preocupación, pues la mayoría de los corredores debutan en esta distancia, y han oído hablar del muro, ese momento en que se acaba la gasolina y aún te quedan 8 o 10 kilómetros para llegar a meta, pero nunca antes lo han atravesado.

El día es primaveral. El olor a pólvora de las Fallas es ya un recuerdo. El circuito conduce a los atletas por la avenida Jacinto Benavente, el camino de las Moreras, El Saler, el lago artificial y se vuelve por la carretera de la marjal, pista de Silla, calle San Vicente, Túnel de la Gran Vía, calle Colón, Torres de Quart, Torres de Serrano, Puente del Real y de nuevo la Alameda, que ese día para muchos fue un punto lejano en el horizonte al que nunca se llegaba.

El ganador, Teodoro Pérez Tomé, un zamorano afincado desde hacía varios años en Valencia, llegó en 2:26:57 y tras él 640 atletas lograron acabar la prueba. De los valencianos destacaron George Tunnel (7º) profesor de inglés en Valencia; Manolo Campos (9º) hermano de Antonio Campos; Javier Llorens (18º) de Godella; Manuel Navarro (22º) de la Vall d'Uixò; José Antonio Muñoz (24º) de Godella; Salvador Pastor, atleta veterano de Algemesí, y así un largo rosario de atletas, muchos de ellos llegaron en una condiciones penosas.

Francisco Borao, el actual presidente de la SD Correcaminos, llegó en el puesto 169 con un tiempo 3:35:40.

En mujeres la atleta de Algemesí María Rosa Biosca fue la segunda de la general y ocupó el puesto 238, con una marca 3:51:04. Otra destacada atleta fue la veterana Mercedes Edo de Castellón que hizo 4:14:46 y llegó en el puesto 350, primera de su categoría. El último en atravesar la línea de meta fue José Ángel Álvarez Ducas que lo hizo en 5:33:11

Esa tarde muchos de los que corrieron se juraron que nunca más volverían a correr un maratón. Juramento que no cumplieron pues un año después de nuevo se lanzaron a la gran aventura. La mecha había prendido.

Ese día salieron a correr seis mujeres a las que habría que erigir un monumento.

1991: El maratón del diluvio

Estamos a 3 de febrero de 1991. Durante las últimas horas ha diluviado sobre la ciudad de Valencia. La Alameda acoge a un grupo de aguerridos corredores dispuestos a desafiar los elementos. Ráfagas de vientos tiran por tierra vallas y pancartas. Los ordenadores parecen que se han vuelto locos. Algunos atletas opinan que quizá fuera mejor suspender la prueba. Se da la salida en medio de un aguacero impresionante. Las bandas de música no pueden actuar pero 1000 hombres y unas 50 mujeres han desafiado a los dioses y les han gritado: "no os tenemos miedo".

Muchos de los que tomaron parte en aquella carrera aún recuerdan el frío, los truenos y las trombas de agua que cayeron aquella mañana en la ciudad del Turia.

1993: El día de Mónica Pont

La salida está situada a la altura del actual complejo deportivo de la Petxina y estamos a 7 de febrero de 1993. En las quinielas previas, en mujeres, las favoritas son la rusa Kramenkova y las españolas María Luisa Muñoz y María Luisa Irizar, atletas internacionales curtidas en mil batallas. La carrera discurre como estaba prevista, y en este caso se añadía el aliciente de servir como campeonato de España. Al cumplirse las 2 horas con 15 minutos atraviesa la meta, situada en las pistas del río, el ruso Leonid Shevetson.

De pronto se anuncia que una atleta delgada y de baja estatura a falta de 3 kilómetros acaba de pasar a las favoritas y van en cabeza de la prueba. No saben quién es pero al parecer corre con mucha soltura y a ritmo cada vez más fuerte. Por fin el locutor anuncia que se llama Mónica Pont.

Los entendidos en este deporte saben muy bien que esta muchacha de la Vall d'Albaida no es ninguna desconocida. Mónica (23 años) atraviesa la meta en 2:35: 30, mínima olímpica en su primera maratón, y además primera valenciana que se proclama campeona de España de esta distancia Mónica emocionada comentaba: no les he dicho nada a mis padres para que no sufrieran. El invidente total José Antonio Sancho Cirujeda acompañado de Jordi Monteagudo (5:45:00) fueron los dos últimos.

1995: La Compensada y Keston

El 5 de febrero de 1995 en Valencia se corrió el maratón bajo la modalidad de la compensación. Es decir según la edad se salía unos minutos antes o después. Fue una experiencia que la S.D. Correcaminos quiso probar y que duró dos años. En la primera edición un señor llamado John Keston, de 70 años de edad, llegado de los Estados Unidos fue el gran animador hasta el kilómetro 41. En meta el que mejor tiempo hizo fue el sueco Lars Andervang (2:14:35) que perdió esta posición al aplicar la compensación y el triunfo fue a parar al ruso Yuri Mihailov (2:20:38).

2003: "Cambiaré las zapatillas"

Hay historias que si no las ves no te las crees. Una de ellas aconteció en la edición del año 2003 disputada el 2 de febrero con salida en Valle de la Ballestera y llegada en las pistas del río. Una joven etiope, Mulu Seboca, de 18 años, se alzó con el triunfo y nada mas cruzar la línea de meta comentó: "al fin podré cambiar las zapatillas". La nota negativa la dieron la nube de moteros que acompañó a los primeros clasificados.

2010: Los cuatro ases

Domingo Mengual, Manolo Gutiérrez, Francisco Rubio, y Manuel Sánchez protagonizaron una llegada a meta muy especial con ocasión de la disputa del maratón del año 2010. Cumplían de este modo un sueño imposible: haber corrido las 30 primeras ediciones del maratón popular de Valencia. Un caso único.

A lo largo de estas tres décadas estos cuatro héroes de leyenda han vivido miles de anécdotas, quizá uno de los mayores problemas que han tenido ha sido tener que pararse en alguna ocasión para buscar un bar o un lugar donde poder evacuar, un problema que en más de una ocasión se presenta.

La marca que realizaron fue 5:10:47, pues uno de ellos sufrió lo indecible para poder llegar a meta. La imagen de los cuatros atletas en la Alameda de Valencia, cogidos de la mano, y pertenecientes a los clubes Poblats Marítims, Correcaminos, Cárnicas Serrano y C.A. Lliria forma parte ya de los anales del maratón de Valencia.

2011: Hassane y Pilar

Noviembre de 2011. Ciudad de las Artes y las Ciencias. Mañana primaveral. El maratón desplaza su salida a un lugar que se ha convertido en el icono de la Valencia moderna. El puente de Monteolivete es un hervidero de miles de atletas. Unos dispuestos a correr el 10K y otros la distancia de (si es que existió) Filípides. Ahora el maratón se denomina Divina Pastora, una firma comercial que ha decidido apoyar esta espectacular prueba y dos personas se van a convertir en protagonistas de excepción.

Una se llama Hassane Ahouchar, el atleta que llegó en patera en 2005, y otra la periodista Pilar López. El atleta marroquí al llegar a línea de meta tras haber hecho todo un marcón se abraza exhausto a su mujer y a su hijo. Compone la imagen de la estima familiar y el sacrificio.

Pilar, por su parte. ha sufrido mucho en los últimos kilómetros pero en el 40 se ha abrazado también a su marido y a sus hijos. Ellos le han dado la fuerza necesaria para llegar a línea de meta que atraviesa emocionada y satisfecha. Pilar es el símbolo de la superación personal y de la mujer que atiende un hogar y cultiva la pasión por la carrera a pie. Necesitamos muchas Pilares López.