Más allá del presupuesto, un partido sugestivo

J. V. Aleixandre

Hay partidos que, sin decidir títulos ni otorgar galardones, se inmortalizan en el recuerdo y pasan a formar parte de la memoria colectiva, independientemente del resultado. El fútbol actual, y muy especialmente el del Valencia CF, vive esclavizado por los números, y no tanto por los del marcador final, como por los de los libros de cuentas. De tal manera es así, que un choque como el de esta noche ante el Bayern Munich, para los rectores del VCF, con su presidente a la cabeza, tiene una primera lectura contable, por encima de su trascendencia épica. Manolo Llorente acudirá esta noche a Mestalla a sufrir, pendiente, primero, de si el personal cubre el aforo del campo y, después, de alcanzar los baremos económicos de la UEFA. Lo demás, es secundario. El juego, la gesta, el espectáculo, el fervor, la magia o la intensidad de una velada que se presenta con sabor y aroma de gran fútbol europeo, queda relegado a un segundo plano. Sólo cuentan los números. A disfrutar, Manolo acude a La Fonteta, liberado de cargas y como experto en la materia. Pero Mestalla, para él, es un tormento, un patíbulo al que es conducido, forzado por Bankia, cada quince días.

Pero eso no es fútbol. El fútbol es, muy por encima de los números, emoción. Es recibir esta noche al subcampeón de Europa y plantarle cara. Es enfrentarse al colosal Bayern y seguir manteniendo la condición de invicto en Mestalla ante ese equipo, uno de los más potentes del mundo. Es la fortuna de asistir en vivo y en directo a las evoluciones de jugadores que ya son referencia histórica. El fútbol, fundamentalmente, es eso: vivencias, sentimientos, recuerdos...

Difícilmente queden testigos de una semifinal de Copa que disputaron en Mestalla el Valencia y el Athletic, pero figura en los anales del fútbol. Era el año 1950. El encuentro de ida en San Mamés lo habían ganado los vascos (5-1), liderados por el gran Piru Gainza. Cuatro días después, en Mestalla, el Valencia de don Antonio Puchades, iguala la eliminatoria con un 6-2 al final de los 90 minutos. Tras disputarse dos prórrogas, el Athletic alcanza la final pese a perder 7-6. Un choque a beneficio de inventario, pero que ha pasado a la historia por sus grandes protagonistas que, por la parte que nos toca, fueron estos: Pérez, Asensi, Monzó, Diaz, Santacatalina, Puchades, Gago, Pasieguito, Amadeo, Igoa y Seguí. Ahí queda eso. Mi generación nunca olvidará unos octavos de final de Copa, la de 1979, en la que el Valencia de Kempes, dirigido por el gran Pasiego, remontó en Mestalla un 4-1 adverso del Camp Nou y dejó k.o. al Barça por 4-0-. Ninguno de ambos enfrentamientos eran finales, pero ambos han pasado a formar parte de las glorias del Valencia. ¿Por qué no enfocar el encuentro de hoy desde esa perspectiva tan ilusionante, en lugar de reducirlo a un aburrido y asfixiante trámite presupuestario?

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