Reconciliación con la grada
Mestalla se desgañita animando al Valencia y, por primera vez en mucho tiempo, despide al equipo puesto en pie
amparo barbeta valencia
Ganar era un reto mayúsculo. Una ilusión superlativa. Pero el objetivo ya estaba cumplido y la necesidad con la que el Valencia afrontó el partido fue menos asfixiante. Los jugadores pisaron el césped sabiendo que jugarán los octavos de final de la Liga de Campeones y en sus caras se delataba la alegría. Contenida. Un premio impensable tras el mal partido que se jugó en el Allianz Arena y el sorprendente arranque del BATE. Pero sí, el Valencia ha pasado el corte. Y Mestalla sigue siendo un fortín. Un seguro de vida, sea quien sea el rival y las circunstancias. El escenario en el que, anoche, se vivió un gran espectáculo.
Mestalla, eufórico, acalló a los cerca de cuatro mil seguidores alemanes que acompañaron al equipo bávaro en este desplazamiento y que, tras todo el día paseando por la ciudad, llegaron al encuentro desfondados. Llevaban demasiadas horas pululando por Valencia y bebiendo a placer. Ni se les oyó. Situados mayoritariamente en el Gol Xicotet alto, los alemanes trataron de hacerse un hueco sonoro, pero anoche Mestalla quería vivir y disfrutar del espectáculo. Y, contagiados por los cánticos que se gestaban en la Curva Nord, los cerca de 40.000 espectadores no dejaron de animar. Era un encuentro para eso. Un partido, de nivel, que bien valía disfrutar de la entrada.
El Bayern, eso sí, no tardó en enfriar la situación. Al equipo alemán no le costó nada adueñarse de la posesión del balón. El equipo de Pellegrino, a la heroica, se defendía como podía para tratar de hacer cosquillas al once de Heynckes al contragolpe. Pero, el vigente subcampeón de Europa demostró en Mestalla que el objetivo de volver a ser finalista no es una quimera y sí una meta.
El poderoso Bayern permitió a la afición valencianista revivir experiencias anteriores y soñar con un futuro europeo esperanzador. Porque, recordaba un hincha de tribuna central, el año del debut en Champions „temporada 1999-2000„, nadie imaginaba que el Valencia iba a disputar la final. ¿Por qué no repetir? De eso se encargará Pellegrino.
La presencia física de los Ribery, Dante o Badstuber, por citar a alguno de los «rojillos», exigió en demasía a unos jugadores locales que, con la expulsión de Barragán, se reinventaron y jugaron mejor que nunca. Y es que, si el Bayern demostró poderío, al Valencia le aupó el orgullo y la fuerza de Mestalla. Por eso, cuando Feghouli marcó, se deshizo de los abrazos de sus compañeros y quiso celebrarlo con la afición.
Despiden al equipo en pie
Mestalla despidió a los jugadores en pie y brindándoles una gran ovación. De reconocimiento mayúsculo.
El próximo partido europeo en Mestalla ya será el de octavos de final, a cara o cruz.
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