Parejo y Feghouli, reyes de una noche mágica
Tremendo partido el que se vivió la otra noche en Mestalla. Porque hay choques que el espectador no puede limitarse a contemplar como si fueran un paisaje gélido o un bodegón muerto, sino que su intensidad es tal que se sufre, se goza y se vibra con ellos hasta acabar casi tan agotado como los propios futbolistas. Y así terminó el personal tras el Valencia-Bayern: enfebrecido, entusiasmado pese a que ni se ganó, ni se sumaron los tres puntos que proporcionaban más caja. Según los tecnócratas, no se alcanzó el objetivo que, desde su punto de vista, es meramente economicista. Según los aficionados, misión cumplida. Disfrutaron de una noche que quedará grabada para siempre en su disco duro. No fue un dechado de perfección futbolística, pero sí un compendio de tensión, fuerza, potencia, exaltación, pasión... Todos esos ingredientes mezclados dieron como resultado un cuerpo a cuerpo espectacular. Y eso, aunque no sea igual que el recital de arquitectura de pases y triangulaciones ofrecido un par de horas antes por el Barça en Moscú, también es futbol. Y tanto que lo es.
Si enfrentarse al Bayern ya exige un sobreesfuerzo, hacerlo con un jugador menos durante una hora, supone un desgaste inmenso de energías. El percance de la expulsión de Antonio Barragán viene a ser uno más de la cadena de despropósitos y faltas no forzadas en las que viene incurriendo el Valencia esta temporada. Una cosa es la intensidad y las agallas; otra el destemple y las querellas en las que, sin venir a cuento, caen algunos futbolistas del Valencia con alarmante reiteración. Rami, Ricardo Costa, Feghouli, Soldado... pierden los nervios y la compostura sin causa que lo justifique. Y menos mal que los árbitros españoles no se enteran. No así Howard Webb, el colegiado británico que no dudó ni un segundo en expulsar a Barragán. El inesperado contratiempo fue superado con el ejemplar comportamiento solidario de todo el equipo y, sobre todo, con el colosal partido de Feghouli, que se adueñó del costado derecho e hizo de defensa carrilero, de extremo y de interior en una actuación bestial que culminó con un golazo. Inmenso. Pero eso no implica que haya que volverse loco con su renovación de contrato. Calma.
Otro nombre a considerar, por lo significativo de su presencia en el once, fue el de Dani Parejo. De casi desahuciado, pasó a convertirse en el motor del equipo. Sin duda es el mejor relevo de Fernando Gago, por no decir el único. En esa misión, puede rendir todavía grandes servicios. Él fue el encargado de marcar la pauta, poner orden en el centro del campo y dar salida al balón con criterio. Fue, con mucho, su mejor actuación desde que aterrizó en Mestalla. Acabó reventado, pero con ganas de más. Igual que la grada que era consciente de que noches tan arrebatadoras como la del martes, suceden muy de tarde en tarde.
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