Media parte de arte defensivo
El Levante UD resiste con firmeza al poderío colectivo del Barça hasta el minuto 46, cuando Messi rompió los esquemas del partido
j. m. bort valencia
Que Leo Messi tardara 21 minutos en abrirse un hueco entre la defensa para armar su primer disparo hacia la portería es un dato que habla muy bien del Levante UD. De su excelso trabajo de contención, uno de los pilares, por no singularizar, del éxito del conjunto «granota» en los últimos años. Le duró ayer media parte ante el mejor equipo del mundo. Una baza que ha pulido con esmero Juan Ignacio Martínez durante las dos últimas temporadas, y que ha llevado al universo «granota» a otra dimensión. El acordeón que ha fabricado JIM sólo podía ser roto por su rival de anoche. Qué mejor equipo para ponerlo a prueba que el Barcelona, el conjunto que convierte el fútbol en un arte supremo. Su estilo armonioso resulta casi imposible de contrarrestar. Hay unos pocos casos contados en los que el mejor Barça de la historia ha sido neutralizado con una resistencia firme en torno al área: El Inter de Mourinho, el Chelsea, el Celtic... y poco más. Al Levante UD le duró la ilusión 46 minutos. Más de media parte. Está bien. Hay una coartada perfecta para justificar este «éxito» parcial: El presupuesto del Barça es veinte veces mayor que el del Levante UD; sólo el sueldo de Messi representa la mitad de los ingresos «granotas» en una temporada. Es una buena excusa para valorar la primera parte del Levante UD anoche ante el Barça. Lo que pasó después es lo normal.
Al mando de Ballesteros, el Levante UD fue ayer capaz de frenar al Barça en la primera parte con una defensa espartana, con un reparto de las funciones perfectamente equilibrado. JIM fijó a Martins arriba y ordenó al resto de sus futbolistas que colaboraran en la obstrucción del juego rival en todas las lineas. Pape Diop, cada partido más maduro, fue un elemento clave en la titánica tarea de impedir que el Barça llevara la pelota al área contraria con su frecuencia habitual.
Desde que Hugo sánchez, al frente del Almería, ordenara un marcaje al hombre sobre Xavi „Chico se pegó a él como una lapa todo el partido„, nadie se ha vuelto a atrever a repetir la experiencia. Y eso que estuvo a punto de darle resultado. El equipo andaluz perdió por la mínima en el Camp Nou aquel día. JIM, fiel al juego solidario y corporativo que practica el Levante UD desde la época de Luis García Plaza, tampoco recurrió a experimentos. Jugar ante el mejor Messi, en plena pulverización de récords, obliga a manejar todas las posibilidades. Pero no lo hizo.
El Levante UD resistió al poder del argentino más de media parte. Diop e Iborra limitaron a Xavi y achicaron metros al la «Pulga». Ballesteros y David Navarro, por el centro, y Lell y Juanfran, en las bandas, taparon cualquier resquicio. Iniesta lideró, hasta el descanso, el poderío del Barça. De sus pies salió casi todo el peligro, llevando la pelota hasta la linea y esperando la llegada al área de sus compañeros para el remate. Munúa no llegó a intervenir.
Orriols se frotaba las manos en el descanso, al ver la fuerte resistencia de sus futbolistas sin perder de vista a Martins, capaz de convertir en gol cualquier pelotazo.
Martins no apareció, sino Messi. Un segundo, un mínimo despiste, es suficiente para que el argentino irrumpa entre lineas para dirigirse a la portería como un cohete. Mientras la defensa del Levante UD fijaba posiciones, Messi aprovechó el primer balón sueldo que encontró en todo el partido. No perdonó a Munúa. Fue el punto de inflexión de un partido que había amanecido con muy buen color para el Levante UD. La acción que llevó al equipo «granota» al terreno de los mortales. Ya nada fue igual. En diez minutos, el Barça dejó el partido sentenciado. Iniesta, Cesc y Xavi carburaron al mismo ritmo, con la diferencia de que el muro de enfrente estaba roto. Visto que la gesta se desvanecía, el Levante UD bajó los brazos en defensa. Su resistencia se vino abajo. Los deportistas, en general, conocen muy bien este tránsito: una vez el objetivo es inalcanzable, traspasada esa frontera, el partido se convierte en una cuesta.
Messi, incombustible, marcó el segundo gol, e Iniesta y Cesc habían cerrado en diez minutos el partido. Ahí quedó todo finiquitado. El Barça, un equipo con señorío, bajó el ritmo, y el Levante UD se fue en busca del gol del honor. A pesar de no conseguirlo, de fallar un penalti, Orriols despidió a sus jugadores con gritos de ánimo. Sus aficionados saben que lo volverán a intentar el año que viene. La ilusión por ganar al Barça aguantó esta vez 46 minutos.
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