Cuando Francesc Puchol vino al mundo, un 15 de septiembre del 91, su padre era uno de los fijos en los mejores carteles de la época. Y su abuelo Valero el entusiasta aficionado que dejaba el sello de su amor a este deporte cuando no se perdía ni una de las mejores partidas de «galotxa» de la comarca, después de un montón de años siendo el «feridor» y el alma de la pilota en Vinalesa. El chaval recibió el guante y la vaqueta como uno de los primeros regalos; le vistieron de pelotari y le apuntaron a la escuela del pueblo en cuyo club se ha formado y ha dejado el sello de su personalidad. Es un jugador que arrastra a una buena peña de seguidores, muy fieles a su carisma. Optó por la «escala i corda» siendo juvenil y muy pronto dejó constancia de su facilidad para adentrarse en los recónditos secretos de los rebotes, de les «caigudes d´escala», de la multitud de efectos que puede mostrar una pelota desde que sale de la mano del jugador rival, según vaya recta, oblícua, toque pared o vaya jugada, además, de izquierda. Hay que ser catedrático en mil artes y ciencias para ser figura. Lo de la sangre no vale. Sólo sirve para amar el deporte. Decía Rovellet que si la «pilota s´ensenyara el meu fill haguera sigut el millor i ja veus que no té traça€». O sea que los méritos de las dinastías sólo provienen de las cualidades personales. Y todo esto viene a cuento porque este joven ya está en las semifinales absolutas del Bancaixa. Lo ha conseguido con 22 años, cosa grande en un deporte que requiere de largo aprendizaje. El jueves ofreció un gran recital en Bellreguard, ante una entendida y exigente afición.

Frontón y «raspall» . Esta tarde se juega en el frontón de Moncòfa un desafío especial: Adrián de Museros contra Pasqual de La Pobla y Aragó de Vilamarxant. Hay mil euros de apuesta inicial pues allí se ha movido la especialidad con la fuerza de la ilusión que impulsa ese nuevo «trinqueter», en este caso «frontoner» que es Adrián de Museros. Mientras, en el trinquet de La Llosa comienza esta tarde una nueva competición profesional de «raspall», el Trofeu d´ Hivern, con un duelo que mide a Marrahí y Coeter II contra Moltó y Dorín.