Anoeta vivirá este próximo domingo un duelo entre dos equipos diametralmente opuestos en cuanto al modelo de gestión deportiva y que esta temporada convergen en dos aspectos: su situación en la tabla y la metamorfosis que experimentaron tras su última cita en Mestalla. Después del 2-5 que abrió en canal el vestuario del Valencia y reavivó el ánimo de los donostiarras, ambos han sumado el mismo número de puntos -treinta y cinco- concluyendo una vuelta entera extraordinaria. Para los valencianistas aquella derrota supuso la destitución de Pellegrino y la llegada de Ernesto Valverde al vestuario en un momento en el que —de nuevo— las estructuras del club parecían resquebrajarse en su vertiente deportiva.

Los dieciocho partidos transcurridos desde entonces han puesto de relieve la capacidad del nuevo técnico para reconducir la situación aportando calma y sosiego a un club de carácter volcánico. Más allá de los números que acreditan su labor —diez victorias, cinco empates y tan solo tres derrotas—, la mano de Valverde se refleja en la recuperación de jugadores que parecían perdidos para la causa. El rendimiento de algunos titulares, como Jonas, se ha disparado en las últimas jornadas, aunque el caso más paradigmático de esta reactivación es el de Dani Parejo. En el inicio de temporada el centrocampista de Coslada no ofrecía muestras de revertir su rol de lujo innecesario, suplente y diana para una grada que ya no transigía con su intrascendencia en el juego.

Con el técnico vasco, Parejo ha pasado a ser una de las piezas fundamentales de este Valencia, reconvertido en «cinco» solvente y estético. El propio Valverde señaló tras el partido del Málaga que busca en él la habilidad para salir con el balón jugado desde campo propio, a pesar de que en ese preciso encuentro, con la inclusión de Albelda como centrocampista defensivo, Parejo se liberó en la mediapunta y ofreció una de sus mejores actuaciones ante su público. Tras el gol —el primero en Mestalla— la grada coreó su nombre. Este es uno de los síntomas del efecto Valverde en la plantilla, si bien es cierto que también se ha encontrado con la recuperación de jugadores como Mathieu y Canales, a quien ha dosificado durante estos meses y ahora ofrece sus mejores minutos como valencianista, aunque puede que la última lesión haga que aumente la precaución en torno a él en el final de liga.

El caso de los donostiarras se asemeja en el resultado al del Valencia pero difiere en el método. Tres jornadas antes de la goleada en Mestalla, el equipo «txuri-urdin» caía ante el Espanyol en Anoeta. se descolgaba al puesto decimoséptimo de la tabla y la afición exigió la dimisión del técnico, Philippe Montanier. La directiva apostó por la calma y la plantilla fue cogiendo impulso. Desde aquel dos a cinco, el balance de la Real Sociedad impresiona: nueve victorias, siete empates y tan solo una derrota, frente al Real Madrid. Entre sus hazañas se encuentra el triunfo ante el Barça (3-2), ante el Atlético de Madrid (o-1) y otra goleada al Málaga (4-2).

Apuesta por la cantera

Desde el ascenso en 2010, el equipo de San Sebastián ha ido creciendo al ritmo que lo hacía su última camada de jóvenes talentosos, como Griezzmann, Zurutuza o Rubén Pardo; custodiados por veteranos como Xabi Prieto y acompañados por pocos y acertados fichajes como el de Carlos Vela o «Chory» Castro.

El proyecto actual de la Real Sociedad continua con la tradición de sustentarse en la factoría de Zubieta. Esto le permite minimizar el coste y maximizar el compromiso de sus jugadores, a riesgo de que el éxito prematuro los convierta en una golosina para clubes más poderosos, como el Valencia, que a pesar de su crítica situación económica continua invirtiendo cantidades estimables de dinero en fichajes. Ambos modelos, tan distintos, volverán a enfrentarse el próximo domingo, tras una vuelta espléndida e idéntica.