El paisaje idílico que durante los últimos años ha representado el vestuario del Levante ha saltado por los aires. Esa alegre «familia» que felizmente sorprendía a los fichajes de turno cada verano se ha transformado en un barco que navega a la deriva, sin capitán ni timonel, rumbo al abismo. La situación, según reconoce uno de los capitanes de la plantilla, es «insostenible».

La tormenta arranca en el descanso del partido ante el Deportivo de la Coruña. Con un 0-3 en contra y una lastimosa imagen del equipo sobre el césped, José Javier Barkero entró en la caseta de vestuarios acusando al guardameta, Gustavo Munúa, de haberse dejado marcar los goles por dinero. Sus imputaciones, sin prueba alguna, desataron un intercambio de improperios y un trifulca entre compañeros que, aunque dejó a todos los jugadores ilesos -saltaron al campo en la segunda mitad- hirió de muerte los nexos que, hasta ese instante, fortalecían la unión del grupo.

Finalizado el encuentro ante los gallegos, Barkero comunicó al presidente del Levante, Quico Catalán, su decisión de abandonar la entidad, pese a que su contrato no concluye hasta junio del 2014. El máximo mandatario del club de Orriols intentó rebajar la tensión y pidió calma y tiempo al mediapunta de Aretxabaleta para abordar el problema.

Sin embargo, el lunes siguiente al partido, parte de la plantilla se encerró en una de las salas de la Ciudad Deportiva de Buñol a petición de los capitanes. Delante de ellos, Barkero se reafirmó en sus acusaciones, y además señaló a tres jugadores más: Ballesteros, Juanfran y Juanlu. Las palabras de Barkero, basadas únicamente en sus sensaciones, se convirtieron en dolorosos puñales para la honorabilidad de los cuatro inculpados.

En las más de dos semanas que han transcurrido desde la tarde de autos, la relación entre los jugadores implicados en la refriega se ha desvanecido. No se hablan. Además, el cisma entre compañeros se ha agravado, porque una parte del equipo ha respaldado la figura de Barkero, al menos desde un silencio cómplice. En otra dimensión viven gran parte de los futbolistas extranjeros, los cuales han decidido permanecer al margen del embrollo, sin inmutarse. La mezcla de estas actitudes ha desembocado en una escuadra sin confianza, en la que el compromiso por el bien colectivo ha desaparecido sin dejar ni rastro.

El penalti de Barkero

Casualmente, Barkero fue el encargado de ejecutar el penalti contra el Celta de Vigo el pasado sábado, cuando el marcador era desfavorable para los azulgrana. El vasco erró la pena máxima y debido a la tensión existente, algún jugador levantinista le recriminó su fallo insinuando que él también podría haberse «vendido».

Juan Ignacio pide unidad

El entrenador, Juan Ignacio Martínez, convocó el pasado lunes a todos sus futbolistas en el pabellón deportivo de Buñol. De nuevo a puerta cerrada, el técnico realizó una última llamada a la unión. El alicantino solicitó a todos los miembros de la plantilla que dejaran al margen todas las diferencias generadas a raíz de la discusión para volver a «remar» juntos en la misma dirección.

El objetivo fundamental del club es conseguir una victoria en los cinco partidos que restan de campeonato. Con esos tres puntos más en el casillero, el Levante se aseguraría la permanencia, en caso contrario, tendrá que sufrir.

El club decidirá sobre la continuidad de los futbolistas implicados

Tras la gresca en el vestuario, varios jugadores se han puesto en contacto con la directiva del club para tratar su futuro en la entidad. El primero de ellos ha sido José Javier Barkero. El vasco amplió su vinculación con el Levante el pasado mes de noviembre por una temporada más, hasta 2014, con otro año opcional, es decir, hasta 2015. Después de enfrentarse a Ballesteros, Juanfran, Juanlu y Munúa, el futbolista solicitó al presidente que le diera la carta de libertad en junio, una decisión que ha quedado congelada hasta que se cierre la temporada. Otro de los jugadores que se ha puesto en contacto con Quico Catalán es Sergio Ballesteros, herido en su orgullo. Tal como ayer informó el programa Sin Tregua, de la 97.7 Radio, Ballesteros indicó al presidente del club que estaría dispuesto a romper su contrato con la entidad. El de Burjassot renovó automáticamente esta temporada por un año más, hasta el 2014, al jugar 25 partidos oficiales.