Salvo, obligado a vender a Soldado
Julián García Candau
Els diners i els collons, per a les ocasions», y en Mestalla no hay lo uno, ni lo otro. No hay posibles para juntar una plantilla competitiva, ni hay quien tenga valor moral suficiente para salir a la palestra y decir la verdad. El Valencia está en la peor crisis de su historia y las posibilidades de mejorar económicamente son escasas. El club está gravemente enfermo y si los anteriores mandatarios vendieron a sus estrellas para equilibrar presupuestos no hay por qué mesarse los cabellos si los actuales venden a Soldado. Es de obligado cumplimiento. El presidente valencianista debe abstenerse de marear la perdiz. Tratar de justificar la salida del jugador valenciano anunciando deseos de fichajes tan imposibles como el de Fred u operaciones tan complicadas como la de Chicharito es brindar al sol.
Amadeo Salvo debe salir a la palestra y contar la verdad. Mientras no haya quien cante la realidad, y sin medias tintas, habrá gentes que se sentirán defraudadas con la pérdida de potencialidad del equipo. El club ya pasó por largas travesías del desierto y no sería drama alguno anunciar que estamos de nuevo en ello.
El Valencia está en la ruina. Hay quienes incluso piensan en la refundación. El modo de salir de la situación actual pasa incluso por los juzgados, pero las soluciones inmediatas están a mano y consisten en apretarse el cinturón. El club debe vender a Soldado que además, quiere irse, hacer lo posible para descargarse del peso muerto y aplicar la medicina del trágala.
El Valencia se pasó años sin títulos y no se derrumbó Mestalla. El problema llegó cuando se gastó más de lo que se tenía y, encima, comenzaron las obras del nuevo campo antes de vender el solar del estadio. El valencianismo debe adaptarse a la nueva situación que con la crisis hace más difícil la salida del abismo.
Comprendo que para un nuevo presidente resulta duro dar la cara para decir que no va a haber glorias deportivas. Miles de los que gritaban «Llorente vete ya», seguramente, también pedirán la marcha de Salvo, pero éste debe armarse de valor y hablar claro. El Valencia ya no es de sus socios como antaño y tampoco de los pequeños accionistas. El club está en manos de la Fundación y Bankia, entre otra razones, porque en la ampliación de capital no se acudió en masa. De haberlo hecho no estaríamos pendientes de saber si el Consell es avalista. Resulta chocante que haya gentes que se rasguen las vestiduras cuando se sugiere la posibilidad de que llegara un inversor árabe, chino o ruso. Sería la solución inmediata, pero ello parece que va contra no se sabe que espíritu.
Que yo recuerde nadie puso pegas cuando vendió las acciones que costaron 8.000 pesetas, por cien mil que las pagaron Paco Roig y Juan Soler. Era la operación para que mandara uno, para que el dueño fuera uno. Ahora, que el propietario fuera foráneo se considera insulto. No resultaría extraño que en las actuales circunstancias alguien recordara aquél dicho de «orgullòs i pobret, cagat amb ell».
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