Los Toldrá no están solos
Denunciaba Vicent Aleixandre la pesca de los Toldrá(S) en los caladeros de Mestalla, y siendo de la misma opinión, me gustaría añadir algunos detalles sobre lo que significan en el fútbol los intermediarios, presidentes de algunos clubes y periodistas de cámara. Parte del déficit de los clubes españoles tiene que ver en los tres grupos señalados.
Los Toldrá se especializaron en acudir a Mestalla a decir aquello de que "el xiquet té ofertes" y había que subirle el salario. Ellos, como los demás del gremio, han jugado durante años con una especie de chantaje en el que han participado presidentes complacientes, en algunos casos sobrecogedores, y periodistas que han prestado oídos a supuestas exclusivas informativas.
Muchos de los casos propios del verano han surgido por lo que un representante, que quería vender a su pupilo le contaba a un periodista. No había nada de la anunciada operación y en la mayoría de los casos la aparición de la supuesta exclusiva servía para que naciera el problema. En el gremio periodístico ha habido, además de ingenuos, militantes turiferarios que han ayudado en su medida a que naciera un problema. En televisión Real Madrid-1, conocimos aquellos casos en que en el telediario aparecía un muchacho y decía: "La intransigencia del Valencia impide que el Madrid fiche a Mendieta". No valía que el club defendiera sus derechos. Pasó de nuevo con Ayala.
En estos casos el asunto lo había creado el propio club. En lugar de ponerse en contacto con el poseedor de los derechos federativos del futbolista, se le hablaba a éste. La táctica sigue existiendo. Se le ofrecía el oro, el moro y el Micalet y, naturalmente, al jugador le nacía la natural ambición por cambiar de entidad. Después hasta podía ocurrir que se dejara al futbolista en la mayor de las vergüenzas. Mendieta tuvo que marcharse a Italia porque en Mestalla ya no tenía cariño tras sus querencias.
El sistema sigue vigente. Gareth Bale está intentando salir del Tottenham porque el Madrid le ha hecho una oferta que, naturalmente no puede rehusar. Se fuerza al club a que ceda ante la presión del futbolista. En España han sido pocos los casos en que el presidente se ha atrincherado y no ha cedido un ápice. Del Nido, pongamos por caso y ahora, parece que Salvo.
Los representantes, en muchos casos, han sido tapadera de negocios oscuros. Por ejemplo, el Madrid fichó a Zé Roberto, brasileño que estaba libre, por 800 millones de pesetas a pagar en Uruguay. Años después aún anduvo el jugador por Madrid preguntado que había de lo suyo porque aún no había cobrado del todo.
A Romario lo quería Paco Roig para el Valencia y Arturo Tuzón se negó porque entendió que el club no estaba para pagar mil millones de traspaso. Romario fichó por el Barcelona por 600. Ronaldo, el bueno, se fue del Barcelona porque sus representantes, tres, consiguieron un traspaso por el que se llevaron tres mil millones de pesetas. Los tres, tiempo después, se dijo desde Brasil que habían ingresado en la cárcel. Los representantes han contribuido al aumento de los precios del mercado, algunos medios informativos han potenciado sus artimañas y determinados presidentes han aportado su participación al sistema deficitario actual.
Parte del problema se resolvería si los presidentes fueran capaces de conversar alrededor de una mesa para adoptar medidas defensivas contra desaprensivos. Pero sería necesario que actuaron como caballeros y no cómo lo que son algunos.
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