Cuando uno ve por primera vez a Lana Turner interpretando a Cora en «El cartero siempre llama dos veces», sabe que no será la última. Lana era una mujer muy guapa, pero el talento del director Tay Garnett también ayuda porque se las arregla para que el espectador conozca a Cora con los ojos de Frank (enorme John Garfield), que se agacha para recoger un lápiz de labios que rueda por el suelo y eleva la vista desde los zapatos de Cora a sus larguísimas piernas, el pantaloncito blanco, el vientre desnudo y la mirada seductora bajo un delicioso turbante. Bienvenida a nuestros sueños, querida Lana. Pero Lana Turner también fue, como dice el crítico Diego Galán, un producto creado por peluqueros y maquilladores de Hollywood, una estrella prefabricada por aquel glamour artificioso que sólo puede ser contemplado desde el humor. El fútbol moderno le debe mucho al viejo Hollywood.

Supongo que el Real Madrid pagará por Gareth Bale lo que tenga que pagar porque, como decía Guillermo de Ockham, vano es hacer con más lo que con menos puede hacerse. Si el Madrid hubiera podido fichar a Bale por menos dinero, lo habría hecho. Ahora bien, ¿vale Bale lo que cuesta? No sé. ¿Vale el nuevo San Mamés lo que cuesta? ¿Lo vale Neymar? ¿Lo vale un tren de alta velocidad que ahorra veinte minutos en un viaje, que luego se perderán tomando un café o echando una siestecita en el hotel? ¿Lo vale la restauración de una obra de arte que no tiene sitio en las paredes del Museo del Prado? ¿Lo vale un castillo de fuegos artificiales? ¿Lo vale un portaaviones? ¿Lo vale un capítulo de nuestra serie favorita? Pero, más allá de si Bale lo vale, el jugador galés es un ejemplo de cómo el mundo del fútbol se parece cada vez más al mundo del viejo Hollywood. El Real Madrid cuidará la presentación de Bale como Tay Garnett cuidó la presentación de Cora en «El cartero siempre llama dos veces», y los peluqueros y maquilladores se encargarán de que Bale venda muchas camisetas, firme muchos autógrafos, aparezca en muchos anuncios, se deje ver en muchos actos sociales y muestre siempre su mejor sonrisa. Nadie duda de que Bale es un excelente jugador, como nadie duda de que Lana Turner era una mujer bellísima, pero si es verdad que Lana Turner fue un producto de Hollywood, también es verdad que el Bale que nos espera será un producto del Real Madrid. Lana Turner era una actriz delante de la cámara y una estrella del cine en la vida cotidiana. Gareth Bale, como Cristiano Ronaldo o Messi, será un futbolista muy ofensivo en el campo y una estrella del pop en su vida cotidiana.

Bale jugará como le diga Ancelotti y vivirá como le diga la Oficina de Rentabilización Inmediata de Inversiones Descomunales del Real Madrid. Si Bale tiene que convertirse en un futbolista glamuroso, los peluqueros y maquilladores se encargarán de que así sea. ¿No lo hicieron con Messi, que en sus inicios tenía fuera del campo el mismo atractivo que Fernando Esteso en «Pepito Piscinas»? Prepárense para soportar los cambios de peinados de Bale, los cambios de «look» de Bale, los tatuajes de Bale, los coches de Bale, las novias de Bale y las declaraciones de Bale sentado en un taburete en la presentación de un nuevo teléfono móvil, un nuevo yogur, una nueva casa de apuestas o una nueva línea aérea de un emirato de Oriente Medio. Seguro que el producto Bale se venderá de maravilla. Otra cosa es el futbolista Bale. ¿Podrá Gareth Bale impresionarnos con su fútbol como Lana Turner nos impresionó en «El cartero siempre llama dos veces»? Los negocios son los negocios, tanto en Hollywood como en el fútbol. Pero los futboleros y los cinéfilos prestamos más atención a los sueños que al dinero. Seguro que Bale no vale tantos millones. Pero los futboleros queremos que las carreras y los goles de Bale nos alegren la vista como las piernas de Cora alegraron la vista de Frank. Lo demás es trabajo para los contables.

Alégranos la Liga, Bale. Y no olvides que, en el Real Madrid, el cartero casi nunca llama dos veces.