En los tres primeros partidos de la presente temporada el Levante no ha repetido signo en la quiniela. Su derrota en el Camp Nou frente al Barça fue un uno, su empate en el Ciutat ante el Sevilla fue una equis y su victoria en Vallecas sobre el Rayo fue un dos. Los quinielistas están comenzando a tener en cuenta las posibilidades del Levante y de tratarlo inicialmente como candidato al descenso han pasado a considerarlo como un equipo competitivo. A los aficionados granotas les ocurre lo mismo. Se vinieron siete veces abajo con los siete goles encajados en el Camp Nou, esbozaron una sonrisa de satisfacción la noche del Sevilla por el coraje y la convicción que ofrecieron los hombres de Caparrós y acabaron con una sensación agridulce tras el partido de Vallecas por haber visto un Levante con tremenda pegada pero sin jugar bien.

Acostumbrados en la historia a sufrir la ley de Murphy, "si algo puede salir mal, saldrá mal", algunos seguidores levantinistas se muestran insatisfechos con su equipo. No están habituados a la buena suerte y cuando llega la sienten ajena y apenas la disfrutan. De otra manera no se entiende su infelicidad con la victoria de Vallecas en un partido limpio y sin trampas en el resultado. Con dos goles marcados por el Levante merecedores de ser enmarcados. El de Rubén García en una jugada individual que podría firmar el propio Messi y el de Ivanschitz en un contragolpe modélico iniciado en un pase largo de Barral a Xumetra seguido de una veloz internada de este jugador y culminado con el remate raso y junto al palo del delantero austríaco.

Para animar este desigual ambiente granota refrescamos la memoria más reciente y vemos que en la temporada 2010-11, la que inició la serie de cuatro seguidas en Primera, el Levante perdió los tres primeros partidos de liga. Uno a cuatro frente al Sevilla en el Ciutat, cuatro a uno en Getafe y uno a dos ante el Villarreal también en el Ciutat. Repasamos comentarios de aquellos días y encontramos muy pocos con la esperanza mantenida como bandera. El derrotismo imperaba a sus anchas en el levantinismo hasta que, sin hacer un gran partido, el Levante ganó en Almería en la cuarta jornada y empató en la quinta a cero con el Real Madrid en el Ciutat. El fútbol no cambia. Hemos afirmado repetidas veces que hacer pronósticos en este deporte es una temeridad. Ni siquiera los dos grandes de España dejan de estar expuestos a los caprichos del azar. De un azar que teniéndolo de cara da puntos y teniéndolo en contra no. Esperemos que el Levante lo siga teniendo de cara y desaparezca la presencia de la ley de Murphy en su historia futura.