El sueño olímpico de Valencia se diluyó por segunda vez. La derrota de Madrid en las votaciones de ayer acabó con las ilusiones de la ciudad por albergar la competición de vela.

La candidatura de 2020, tal como había sucedido con la de 2016, incluía la Marina Real Juan Carlos I como escenario para la disputa de las pruebas náuticas. Valencia aspiraba a volver a tener un espacio en la historia olímpica e incorporar su bahía a las de Weymouth and Portland (subsede de Londres 2012), Qingdao (Pekín 2008), Savannah (Atlanta 1996), Pusan (Seul 1986) o Kiel (Munich 1972), entre otras que ejercieron de apoyo para ciudades olímpicas sin puerto.

La decepción de ayer no puede ser mayor por las especiales circunstancias: eliminación a la primera y por un voto. Pero especialmente importante es el futuro de lo que afecta a los intereses de la Comunitat Valenciana: qué sucederá con la instalación portuaria. Creada tal como la conocemos ahora con la disputa de la Copa del América, la oferta era inmejorable: un campo de regatas que ha albergado la mayor competición náutica del mundo.

Pero cuando Bertatelli y los demás se marcharon, el panorama del puerto era y es el de una mega instalación a la que se intenta dar contenido y donde ya se habían empezado a desmantelar algunas de las instalaciones. El puerto había dejado de ser un referente, y más con la salida del calendario del mundial de Fórmula 1. Y la elección como subsede olímpica suponía una garantía de supervivencia, que ahora volverá a estar en entredicho.

Y es que, además, mucho más que las subsedes de fútbol, la actividad olímpica habría tenido una presencia constante en los años previos. Los regatistas no habrían tardado en acudir para conocer el campo de regatas y probar los régimenes de vientos. Se habrían orgnaizado entrenamientos y pruebas oficiales (las llamadas "pruebas test"). El pasado mes se disputó una prueba de primer orden, el Mundial de la categoría 420.

Desde el Ayuntamiento de Valencia se aseguraba y con razón que "el 90% de las obras están hechas". Se habría tenido que proceder a una adaptación de amarres en la Marina Sur, donde estaría amarrada la flota (por clases, no el "Archipiélago de las Naciones" del proyecto de 2016) y se habrían tenido que construir gradas para los espectadores. El Veles e Vents (sede del COI), tinglados y bases (centros de prensa y voluntariado) también habrían tenido su protagonismo. Con diez mil espectadores potenciales en la grada y más atraídos por la cita, habría supuesto una interesante inyección económica y moral, además de que las obras de adaptación habrían corrido a cargo del comité organizador.

Ahora, sin barcos en 2014, el puerto tendrá que reorientarse para no convertirse en lo que sufren muchas otras instalaciones en ciudades olímpicas: instalaciones fantasma. Hoy mismo, la segunda parte del Toro Loco Valencia Triatlón iniciará una nueva etapa. El Garbí ya no será juez de ninguna lucha olímpica. Por lo menos, hasta dentro de cuatro años, si Madrid lo intenta por quinta vez y si sigue contanto con los campos de regata valencianos.

Una decepción que también lo fue para el presidente de la Federación de Vela de la Comunitat Valenciana, José Martínez, quien transmitía una dosis de inquietud por el futuro "Se ha perdido una gran oportunidad, porque estamos convencidos de que la apuesta de Madrid y Valencia era la mejor. Valencia contaba con una gran organización técnica y logística. Teníamos el mejor campo de regatas, las mejores infraestructuras, un clima envidiable y numerosos proyectos en marcha para potenciar el olimpismo y la vela".