La tercera derrota consecutiva de la candidatura olímpica de Madrid ha servido para que en España se hayan producido sarpullidos patrióticos y la ira se haya traducido en insultos a los miembros del Comité Olímpico Internacional. La derrota ha dolido más que en las ocasiones anteriores porque se había lanzado el mensaje de que a la tercera iba la vencida. La elección de Tokio ha sido casi una ofensa al orgullo patrio. El horizonte olímpico de Madrid está en 2032.

Incomprensiblemente, se ha hecho del olimpismo una campaña que ha servido para poner bálsamo a la situación actual del país y a problemas de todo tipo. Casi podría decirse que en el culo del COI le han pegado una patada a Gibraltar. Y eso que casi nadie ha pensado en la influencia que tiene el componente anglosajón del COI.

No ha habido nunca ningún caso, salvo Estados Unidos que tiene concepto de continente, en que se hayan concedido dos Juegos a un país con menos de veinte años. Madrid lo pidió para 2012 cuando hacia veinte que había sido sede Barcelona.

Madrid perdió en año en que la sede volvía a Europa, pero Londres tenía muchas ventajas. Hacía 64 años que los Juegos no se disputaban en su capital. En los de 2016 se eligió Brasil porque se cambiaba de continente y se contentaba a Suramérica por vez primera. Para 2020 Tokio había sido sede en 1964, es decir, los organizará 56 años después.

En Australia, por seguir con ejemplos, Melbourne albergó las competiciones en Melbourne, en 1956, y los tuvo Sydney en 2000. Fueron 44 años de diferencia. Entre los de Los Ángeles de 1932 y los de 1984, 52 años de diferencia. Atenas los fundó en 1896 y los volvió a tener en 2004 y ayudaron a la ruina del país.

Estados Unidos posee potencial económico y deportivo para organizar Juegos y de ahí que se haya dado el caso de que entre Los Ángeles y Atlanta sólo haya habido doce años, pero 3110 kilómetros de distancia. Muchas de la elecciones tienen que ver con la seguridad económica. Japón ha ganado a Estambul y Madrid por su fortaleza empresarial y financiera. El comité nipón tiene ya a su disposición 4500 millones de dólares para invertir. Y lo que sea necesario porque las empresa multinacionales del país han sido siempre colaboradoras del COI y hasta fueron fundamentales en la construcción del Museo Olímpico de Lausana. Tokio ha tenido la ventaja de que España no ofrece económicamente firmeza y, además, el COI ha tomado en consideración el hecho de que la candidatura de Brasil no avanza como se esperaba. Hay incertidumbre en el final de las obras previstas y ha preferido no jugársela. En Europa no han repetido Suecia, Bélgica, Holanda, Finlandia, Roma, y Munich. Tampoco lo ha hecho Canadá.

El mensaje de que Madrid es la única capital de estado sin ser sede no es cierta. Tampoco lo han sido Lisboa, Viena, Varsovia. Budapest, Bucarest ni lo fue Belgrado cuando había una sola Yugoslavia, ni Praga cuando sólo existía Checoslovaquia. No lo han sido las capitales bálticas, ni Ucrania ni las demás repúblicas salidas de la extinta URSS.

Madrid cometería nuevo error si se presentará para 2024. Parece que no lo va a hacer. Para entonces optarán París, Berlín y Roma. La capital francesa fue sede en tiempo en que el olimpismo era poca cosa, 1900 y 1924. Berlín lo fue en los Juegos del nazismo en 1936, y Munich, en 1072. Roma fue sede en 1960 cuando los maratonianos como Abebe Bikila aún corrían descalzos.

Visto el panorama desde el puente, después habrá cambio de continente y por ello, Madrid no debe estar en los tacos de salida hasta 2032. Todo lo demás se puede digerir relajándose tomando café con leche en la Plaza Mayor. Los Juegos, por otra parte, no son necesidad nacional.

Cuando no existía el euro, con el entonces alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, aposté tres mil pesetas a que Madrid nunca sería sede antes de 2020. Se las he ganado. En Madrid no han medido la oportunidad y de ahí las tres derrotas. El dopaje, evidentemente, también ha pesado. Y lo mismo que los recortes en el deporte que ha obligado a atletas olímpicos a pagarse sus viajes y, en algunos casos, a cambiar de país para seguir entrenándose.

El deporte español no ofrece garantías. Es una ruina en la mayoría de las federaciones y especialmente, en la de fútbol. Los miembros del COI también debían saber que de los veintidós clubes europeos en concurso de acreedores veinte son españoles.

Me sorprende, como se ha dicho, que el jeque kuwaití, Al Sabah, haya ejercido de traidor y cambiara el voto de Madrid por Tokio. Un sólo voto tampoco era la cuestión. Conozco al jeque actual como conocí a su padre, el único de la familia real que murió durante de la invasión de Irak. Se quedó a dar la cara y lo pagó. Poco antes, con Samaranch y el Sheik Ahmad Al- Fahed Al Sabah asistí a una cena en el Club de Yates de Bagdad, con el hijo de Saddam Husseín, el violento Uday, que prometió que iba a revitalizar el equipo nacional de fútbol y lo que hizo fue invadir Kuwait.

Al jeque lo traté cuando era vicepresidente de la FIFA y miembro del COI y yo pertenecía a la Comisión de Prensa del COI. Me invitó a la celebración de los primeros Juegos Islámicos que organizó en Kuwait. Fui con un redactor de «L´Equipe». Su hijo, el actual Al Sabah, me invitó al homenaje que se dedicó al fallecido cuando el país recuperó la independencia y asistí. Por la amistad que su padre tuvo con Juan Antonio Samaranch me resulta difícil admitir que prometiera el voto a Madrid y se lo diera a Tokio. Esta parte de la familia de los Al Sabah se ha dedicado fundamentalmente a presidir el Comité Olímpico de Kuwait. Los negocios petrolíferos estaban en manos de otra parte de la familia. Ahora, tras el mandato del mexicano Mario Vázquez Raña, el jeque actual dirige La Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO) y evidentemente tiene más influencia que tuvo su padre.

La derrota madrileña debe admitirse con deportividad que es lo que ha faltado en las reacciones posteriores a la elección de Tokio en Buenos Aires.