Contemplar a una alcaldesa hacer el ridículo una vez más, no tanto por su nefasto inglés, sino, sobre todo, por su no saber estar, es algo impresionante. Si juntamos a los representantes políticos que acudieron a Buenos Aires, junto al señor representante de la casa real y algunos deportistas, la opereta era insuperable. Estoy convencido de que los miembros del COI no se fijaron en ese cuadro para tomar sus decisiones. Supongo que, como siempre, deciden en función de criterios imposibles de revelar y que solo ellos saben que son extremadamente placenteros, pero eso es un tema que ya se ha denunciado tantas veces que volver sobre ello es tan rancio como los protagonistas españoles que nos representaron allí.

Tokio ha ganado. No sé, estos japoneses que también tienen sus escándalos, sus políticos corruptos, sus dirigentes que hacen el ridículo€ consiguen siempre dar una imagen de seriedad que España perdió hace ya muchos años. Bueno, pues ganaron y enhorabuena. Y, además, la impresentable alcaldesa de Madrid ha dicho que la ciudad ya ha conseguido lo que tenía que conseguir de unas olimpiadas. Por tanto, al parecer, ya todos contentos.

Pero ¿qué ha dicho la alcaldesa? Ha articulado una serie de palabras que parecen significar lo mismo que intentó decir en ese inglés-español que utilizó y del que ahora se sonríe, no se sonroja: que el 80% (90% según su nivel de conciencia en cada momento) de las instalaciones ya las tienen. Pero vamos a ver, ¿montar unas Olimpiadas es un negociete de instalaciones para unos políticos que gestionan y unos constructores que las hacen? ¿A qué me suena esto? Pero, ¿las Olimpiadas no son el mayor evento deportivo a realizar, y que está por encima de cualquier argumento urbanístico como el que ha hecho la señora ¿política? de Aznar?

Este es el gran problema de los políticos miserables. A ellos les importa muy poco el deporte. Siendo sinceros, deberíamos preguntarnos todos ¿a quiénes nos interesan todos los deportes minoritarios que vemos en esos días de fanfarria en los que se ha convertido las Olimpiadas? Es más, ¿a quiénes les interesan deportes mayoritarios como el fútbol en las Olimpiadas si no van las estrellas mediáticas?

El gran problema es que estos inútiles de la política planifican las ayudas al deporte en función de tener próximo un evento de envergadura que tengan que ver con algo parecido al deporte, un Mundial, unas Olimpiadas, quizás un Campeonato de Europa. Y se hace así, entre otras cosas, porque lo único relevante es el medallero, ese cuadrito chiquitito que aparece en el periódico donde se puede ver en qué lugar está cada país. Nadie sabe en qué deportes se ha ganado la medalla pero, ¡ah!, se ha ganado, «yo soy español, español, español».

El clímax máximo para un político en general, y del deporte en particular, es montar un chiringuito como el que tiene ya asegurado Tokio y que encima un deportista de tu tierra gane una medalla. De repente se genera un efecto anestesiante que evita males mayores, como pensar en el desempleo, la corrupción, la participación en guerras y otras lindezas propias de esta especie singular de ser humano.

Pero claro, como lamentablemente no nos han dado las Olimpiadas ahora, ¿quién va a apostar por el deporte minoritario, quién va a ayudar a los deportistas para que sigan entrenando€ si además ningún político tiene garantía de poder salir en la foto? ¿La respuesta? Nadie. Lo que nos espera ahora, tras el fracaso de Madrid 2020, apaleada por Estambul 2020 y, sobre todo, por Tokio 2020, es una nueva vuelta de tuerca en la apuesta por el deporte. Que nadie aspire a ver iniciativas modernas, planteamientos de investigación innovadores, o desarrollo de actuaciones que permitan mejorar el estado actual de nuestro deporte.

Existe un hecho que me reafirma en lo anterior. Las Olimpiadas donde más medallas logró nuestro país fue en las de Barcelona 1992. En todas las federaciones que obtuvieron grandes resultados hubo una apuesta firme, subvencionada en buena medida por los distintos gobiernos nacional y regionales, por iniciativas innovadoras como, por ejemplo, la psicología aplicada al deporte. ¿Hasta cuándo duró iniciativas que parecían interesantes y que, a la postre, dieron resultado? Hasta el mismo día en que se clausuraron los Juegos Olímpicos.

Las miserias políticas de un deporte mísero español será una realidad. Eso sí, en Tokio 2020 siempre habrá unos héroes que obtendrán resultados bonitos para nuestro país, y siempre acompañados de un bulto negro, que podrán ver en las fotos de los triunfadores. Sí, el político que le importa esto del olimpismo proporcionalmente a los votos que puede obtener con él.